El teléfono ausente
LA HABANA, Cuba – Mayo (www.cubanet.org) – Mi vecino era oficial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Se partió el lomo trabajando para su revolución. En la actualidad integra los «factores» de la comunidad, participa activamente en las tareas de delación y otras impuestas por la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana y el Núcleo de retirados del Partido de Fidel Castro.
Mi vecino el «factor» no tiene teléfono. Tanto para delatar como para cualquier otra cosa, debe esperar su turno en el único teléfono público del barrio. No le ponen teléfono, supe que le dijeron que usara el teléfono de los «revolucionarios». El protestó, chivatear es un acto solitario. Lo es tanto como masturbarse, y mi vecino lo último que haría sería masturbarse en público.
Su esposa lo recrimina constantemente. Para ella, pasó la vida «comiendo mierda y mira cómo estamos». El hijo de ambos desertó en la primera embajada cultural que le llevó a España. Al cabo de más de diez años regresó convertido en ciudadano español. No lo hizo antes por temor a que no le dejaran regresar a Madrid. Cuando volvió, lo hizo atado a su temor y a su aprensión.
Para apuntalar el mandato de su ídolo, mi vecino debe sacrificarse y asumir el costo impuesto por el poder absoluto del Comandante.
El Comandante nos cuesta, por ejemplo:
– Libreta de racionamiento por más de cuatro largas décadas
– Un humillante permiso para entrar y salir libremente de nuestro país.
– Una escolta personal de más de 7000 hombres, que van desde médicos y peluqueros, hasta el pistolero que le acompaña en sus desplazamientos en cómodos y climatizados Mercedes Benz.
– Una deuda de $6500 dólares norteamericanos por cubano en edad laboral.
– No disponer de acceso a Internet.
– No disponer de acceso a reproductores de video o DVD.
– No disponer de acceso a cable coaxial.
– No disponer de acceso a aire acondicionado.
Además de lo anterior y por otras razones, para el cubano de a pie no existe acceso a:
– binoculares
– telescopios
– teléfonos inalámbricos de más de 60 m de alcance
– armas de fuego
– municiones o balas de cualquier tipo
– pólvora
– venenos de ningún tipo
– radios de onda corta
– antenas parabólicas
– booster para antenas parabólicas
– motos acuáticas
– alas delta
– botes
Cada vez que mi pobre y cómplice vecina mira la mesita desierta donde sueña colocar su teléfono ausente, y piensa en el nieto español que aún no conoce, recrimina con mayor acritud al «factor». En gesto de desafío, le sube el volumen al pequeño radiecito de pilas, regalo de Rogelio, su vecino de los «derechos humanos», que se fue. Ella oye Radio Exterior de España. Radio Martí no. Cuando esto pasa, hace un mohín de disgusto y seco como un disparo, le dice: ¡Comemierda!
Autor: Juan González Febles
Lugar: La Habana