Reportaje sobre Solidaridad Española con Cuba y la guía solidaria en ABC
Pura coincidencia. Que el dictador cubano en un hecho insólito, y a raíz de una hemorragia intestinal, haya delegado su poder absoluto en su hermano Raúl con la deriva que todo ello implica para el futuro de la isla; que el foco internacional esté al quite del más mínimo gesto o movimiento, y que por primera vez alguien explique en una guía a los turistas -2,3 millones en 2005- que en Cuba, además de las apariencias de ensueño, hay una realidad de pesadilla que aguarda ser descubierta y recorrida, no es más que una de esas carambolas del destino que a Ricardo Carreras Lario, presidente de Solidaridad Española con Cuba, le provoca una sonrisa. «Hasta el más miserable de los castristas -dice- tendrá mucho cuidado de atacar un esfuerzo solidario con personas que están sufriendo». Un empeño en forma de manual que él, catedrático de la Universidad Complutense y analista político, y la periodista María Ángeles Altozano han dado forma como «Guía turística y solidaria de Cuba» (descarga gratuita en www.solidaridadconcuba.com), donde, además de recomendar a los 200.000 españoles que van a la isla cada año los mejores baños, singulares parajes y excelsos monumentos, propone la extraordinaria y enriquecedora experiencia de visitar, gracias a un glosario por provincias con todos sus teléfonos y direcciones, a las madres, esposas e hijos de los presos políticos y de conciencia, a los activistas por los derechos humanos, y las iglesias y bibliotecas independientes cercadas por el régimen. Una ruta de injusticia y despotismo que pone los pelos de punta.
Porque ««Si vas a Cuba, ve bien» -es el lema de la campaña-, y verás todo lo que el Gobierno cubano trata de ocultar al mundo». Un reto para enganchar al viajero a una aventura que le llevará, en Camagüey, a visitar El Santo Sepulcro, mueble colonial más antiguo de América; a los cayos Coco y Guillermo en Ciego de Ávila, paraíso de flamencos rosados; al centro histórico de Cienfuegos, patrimonio de la Humanidad; a la playa de las Coloradas, en Granma, donde desembarcaron Castro, el Che y demás guerrilleros del buque del mismo nombre para iniciar la fase final de la revolución que derrotó a Batista en 1959; y a Guantánamo, donde está la primera villa fundada por los conquistadores españoles, y a cuyas mujeres está dedicada esa «Guantanamera» de Joseíto Fernández, con versos de Martí, quizá la canción cubana más conocida; y a la ciudad de Banes, capital arqueológica del país, en Holguín, donde nacieron, además del tirano y su hermano Raúl, los escritores Cabrera Infante y Reinaldo Arenas; y a bailar el sucu-sucu en la playa de la Bibijagua, en la Isla de la Juventud; a patear La Habana y su malecón; a Varadero en Matanzas y, allí, al puente de Bacunayagua desde donde contemplar el impresionante Valle del Yumurí; y al paraíso para los fumadores de habanos en Pinar del Río y a su playa María La Gorda y el centro internacional de Buceo; y a los arrecifes coralinos en Península de Ancón, y a la naturaleza exuberante de Villa Clara, y a las aguas cristalinas en Las Tunas…
Itinerarios de solidaridad
De allí precisamente, de Las Tunas, es Luis Enrique Ferrer, hermano de Daniel, ambos condenados a prisión en 2003 por recoger firmas para el Proyecto Varela -que propone un referéndum para aplicar reformas democráticas-. A Luis Enrique le distingue ostentar el tremendo récord de haber sido condenado a la pena más larga dictada en la llamada Primavera Negra, con 28 años de reclusión, tras pedirle educadamente al tipo que lo juzgaba que rubricara el plan de derechos y libertades que le había llevado hasta allí. Por eso la «Guía turística y solidaria», además del chapuzón en Las Tunas, sugiere una parada en la calle Circuito Norte 88C, de Puerto Padre, y una palabra de aliento para la mujer y la hija de Ferrer, Libertad, que a sus tres años no conoce a su padre. Y lo mismo recomienda para las familias de los presos de conciencia Normando Hernández (periodista) en Camagüey, del abogado invidente Juan Carlos González Leiva, en Ciego de Ávila; del activista pro derechos humanos Manuel Ubals, en Guantánamo; de Próspero Gainza Agüero, en Holguín, que se cosió la boca como protesta tras ser encerrado por demócrata, y por 25 años, en el feroz penal de Boniato; de Alfredo Felipe Fuentes en La Habana, condenado a 26 años por promover el sindicalismo independiente y el proyecto Varela; del indomable Óscar Elías Biscet, tantas veces apaleado y propuesto para el Premio Príncipe de Asturias; de Diosdado González, en Matanzas, castigado en tres ocasiones a pasar dos meses en una celda tapiada por pedir que le trataran como a un preso de conciencia; del doctor Luis Milán, en Santiago de Cuba, condenado a 20 años por apoyar las reformas democráticas, lo mismo que a los parientes de José Gabriel Ramón Castillo, fundador del Instituto de Cultura y Democracia. O que si el excursionista pasa por Villa Clara dé apoyo y esperanza a los familiares de los presos de conciencia Arturo Pérez de Alejo y Omar Ruiz , o que si el camino te lleva… Así hasta completar un circuito que, como una llaga en carne viva, cruza de parte a parte la isla, y que se hilvana con las vidas rotas «de más de trescientos presos de conciencia (la de todos de los que se han podido confirmar las direcciones), que se hacinan en las mazmorras del castrismo por defender la democracia, y que -como dice Carreras Lario, en contraposición a los que nos presentan todas las guías editadas hasta la fecha- son los monumentos más valiosos de Cuba: obeliscos de dignidad, templos de decoro y castillos de coraje».
Un itinerario solidario para el que sólo se necesita añadir al equipaje, además del traje de baño y la toalla, «comprensión, esperanza y apoyo, y, si es posible, algún juguete para el hijo del preso, medicinas, artículos de higiene, o libros y revistas. Acciones solidarias -advierte Carreras- que conllevan distintos niveles de riesgo y que para minimizarlos recomendamos visitar a distintos activistas, familiares o instituciones, y no siempre al mismo muchas veces, con lo que se llama menos la atención y se apoya a más gente; ser discreto y no comentar estas visitas con cubanos, y no criticar abiertamente ni al Gobierno ni a los Castro. Juega a nuestro favor que los ingresos turísticos son básicos para el Régimen, que no se arriesgaría en «estropear» su «imagen» con un acto de represión contra un visitante y además hay que decir que la Seguridad del Estado, muy desmotivada, ya no es lo que era -como cuando a él le interrogaron durante cuatro horas en las Navidades de 2004-».
Las Damas de Blanco y Payá
La gaditana María Ángeles Altozano nos cuenta cómo también ella primero fue turista curiosa en Cuba, de las que vuelven con el sabor agridulce que dejan los mojitos pasados por el tamiz de la conciencia; después colaboradora solidaria y luego encuestadora del primer estudio científico de la opinión pública cubana. Una investigación llevada a cabo el pasado noviembre y para la que ella y otros catorce asistentes entrevistaron a 600 cubanos, cuyas respuestas, sacadas de la isla camufladas tras las cifras de un sudoku, concluyeron que los cubanos quieren cambios y democracia. A ver. Luego, y desde primeros de año, junto a Carreras, ha trabajado duro por sacar este verano su extensa guía de Cuba, que ya ha sido traducida al inglés, alemán y polaco, y que miles de personas se descargan gratuitamente de internet. Cuando le preguntamos que por qué se ha tardado tanto en editar una sugerencia viajera de este corte, María Ángeles se encoge de hombros y dice, con razón, que más vale tarde que nunca. Su recomendación: Visitar en La Habana a las Damas de Blanco, Premio Sajarov del Parlamento Europeo, que no pudieron recoger por no permitírseles salir de la isla, y que cada domingo, tras oír misa en Santa Rita, caminan en silencio por la avenida de Miramar. Son mujeres y madres coraje de presos políticos que sufren continuos actos de repudio, en los que son insultadas e incluso agredidas por el rebaño del régimen. También aconseja ir a la casa de un cubano, «para ver cómo vive».
El consejo de Carreras -además de no viajar sin su guía- es apoyar a Oswaldo Payá -el otro premio Sajarov- y su Proyecto Varela, «lo más inteligente que se ha hecho desde dentro, y que vive estos días un asedio feroz». Porque agosto ha caído sin contemplación sobre las playas coralinas, sobre el viejo Floridita -que sigue sirviendo los mejores daiquiris- y sobre una disidencia que teme que un cambio brusco de Gobierno se cebe con ellos y con sus presos. Sin duda, tras el cálido verano, para el turista y para los cubanos, nada volverá a ser como era antes.
Autor: Virginia Ródenas – ABC
Lugar: Madrid