La película muestra cómo un agente del gobierno espía a un matrimonio de intelectuales. Sirve para describir la naturaleza de la antigua República Democrática Alemana, un estado policial donde las personas no tienen ninguna intimidad mientras que el gobierno aspiraba a controlar todo lo que ocurre.

Esa situación, que ya es historia en Alemania, es lamentablemente la realidad actual de Cuba. El gobierno castrista espía a millares de cubanos. Por un lado a través de medios electrónicos, como dieron a conocer varios opositores -entre otros Laura Pollán y Oswaldo Payá- en el 2004, al encontrar diminutos micrófonos en sus casas, camuflados dentro de la instalación telefónica. Por otro lado, a través de una extensa red de delatores profesionales, coordinados por los miles de Comités de Defensa de la Revolución -los CDRs, presentes en cada manzana de todas las calles cubanas.

De hecho, está probado que fue la antigua policía política de la Alemania oriental, la temida STASI, la que entrenó en estas técnicas a la policía política Cubana -la DSE, Departamento de la Seguridad del Estado.

Sirva por tanto esta premiada película para pensar en la triste situación que nuestros hermanos cubanos padecen, por culpa de un gobierno, que como el de la antigua RDA hace 20 años, no tiene ningún reparo en espiar la vida privada de sus propios ciudadanos o incluso pedir informes acerca de sus hijos, cónyuges o padres, como describe en su libro “Informe contra mí mismo” el intelectual Eliseo Alberto.

Autor: SEC