FLAMUR, el desafío democrático
Según la misma, el 99,94% de los encuestados respondió afirmativamente a la pregunta de si los cubanos deberían poder pagar en cualquier establecimiento nacional con la misma moneda en la que perciben sus salarios.
Adicionalmente, a la pregunta de si la llamada Asamblea Nacional del Poder Popular debería discutir una reforma monetaria que garantizase esto último, una mayoría del 96% contestó que sí. El margen de error del sondeo es del 1%, para un nivel de confianza del 95%.
La vocera de FLAMUR en Cuba, Belinda Salas, fue arrestada por la policía política antes de que pudiera asistir a la conferencia de prensa donde se anunciaban los resultados del escrutinio.
La historia previa a la encuesta es relativamente reciente. El año pasado, FLAMUR organizó en Cuba una recogida de firmas con el objetivo de entregarlas en la sede de la Asamblea Nacional. Finalmente, a pesar de las presiones e intimidaciones, la Federación de Mujeres Rurales presentó 10.738 rúbricas en apoyo a la campaña “Con la misma moneda”, que aboga por el fin de la política de discriminación económica vigente en la isla. La constitución oficialista –en su momento violada por el propio oficialismo, empeñado en impedir la discusión del conocido Proyecto Varela- dispone que son necesarias no menos de 10.000 firmas para considerar un proyecto de ley.
Las firmas fueron entregadas hace ya más de dos meses, el 21 de noviembre de 2007, pero FLAMUR aún no han recibido contestación por parte de las autoridades cubanas. Debe tenerse en cuenta que si en un plazo de 90 días -contados a partir de la presentación de la demanda- la Asamblea Nacional no responde a los demandantes, se coloca virtualmente fuera de la ley. Paradójicamente, de la ley castrista.
En cualquier caso, mientras tenían lugar las muy publicitadas, e inútiles, “asambleas sectoriales” promovidas por Raúl Castro, que presuntamente debían canalizar el sentir popular, FLAMUR trabajaba duro sobre el terreno, recogiendo la frustración de la gran mayoría de la población con respecto a las políticas de discriminación gubernamentales. Recogiéndola en forma de firmas. Haciendo valer la voz del pueblo. Como aseguran las miles de mujeres que integran esta organización, resulta contradictorio, e insultante, el discurso oficial nacionalista en momentos en que “a un obrero cubano se le impide adquirir bienes y servicios en su propia tierra porque recibe su salario en moneda nacional”.
Si como ha dicho Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional, el desafío de la democracia representativa sólo puede enfrentarse desde una sociedad igualitaria como supuestamente lo es la cubana, en la que los electores tienen un nivel de participación y “de control de los elegidos”, entonces FLAMUR acaba de responder con creces a ese desafío, dando un ejemplo de participación efectiva. Ahora, la pelota está en la cancha de la Asamblea, que tiene ante sí un reto crucial: asumir que, efectivamente, el poder emana del pueblo. Responderle al pueblo. Atreverse a ejercer la democracia.
Autor: Armando Añel (publicado en Diario Las Americas)