Los cubanos han reaccionado con marcado escepticismo a los cambios anunciados por Raúl Castro en su intervención ante la Asamblea Nacional del Poder Popular. El fin del igualitarismo en el que se asentó toda la estructura comunista le merece a la mayoría más reserva que júbilo, porque el cubano de la calle desconfía de la voluntad del régimen de evolucionar. Eso sí, hay coincidencia en que en la isla cada vez «se trabaja menos» y el despilfarro generalizado de recursos sólo puede ser contenido con «orden y disciplina».

«Perdonen la crudeza de mis palabras, no es obligatorio estar de acuerdo», pero que los cubanos trabajan poco «es una realidad», dijo Raúl Castro este fin de semana ante el Parlamento, en lo que los habitantes de La Habana consultados consideraron como «una valoración realista de la pachanga en que vivimos desde hace demasiado tiempo».

Sectores de la oposición han estimado que el tercer discurso de Raúl desde que asumió la Presidencia en febrero, después de que su hermano Fidel renunciara a otra reelección, «fue más de lo mismo».

Enlaces de interés:

Solidaridad Española con Cuba

Las Damas de Blanco

Viajes a Cuba

Autor: La Razón