Fidel habla y Raúl manda, ¿o es al revés?
El ex mandatario cubano Fidel Castro cumplió la semana pasada dos años desde que anunció la cesión de sus cargos después de casi medio siglo en el Gobierno, circunstancia que no le ha impedido continuar opinando de cualquier tema y ocupar más páginas que el presidente, su hermano Raúl, con sus discursos.
El 26 de julio de 2006, el líder cubano abandonó urgentemente la tribuna de oradores en Holguín, en el este del país, para ser intervenido quirúrgicamente de una enfermedad que aún hoy, y pese a no llevar ya el apelativo de secreto de Estado, no ha sido desvelada oficialmente.
Cinco días después, su secretario de despacho, Carlos Valenciaga, leía en la televisión cubana una proclama del comandante en jefe con el anuncio de que el jefe de la revolución delegaba sus cargos y el general Raúl Castro asumía la Presidencia de forma interina al frente de un Gobierno colegiado.
Dos años después, Raúl Castro ya es presidente titular desde hace cinco meses y el ahora «compañero Fidel» continúa sin aparecer en público.
El estilo de ambos es diametralmente opuesto. Raúl Castro confirmó en estos años su poca predisposición a las intervenciones en público, mientras que el ex presidente llegó al segundo aniversario del anuncio de su alejamiento en un momento especialmente prolífico en la redacción de artículos.
Desde el sitio de internet www.cubadebate.cu, el líder cubano opina sobre todo tipo de cuestiones: desde los candidatos a la Casa Blanca hasta las FARC, pasando por la educación en la isla, las dos Coreas, el levantamiento de las sanciones de la Unión Europea a Cuba o el partido de fútbol de la Eurocopa entre España e Italia.
Sólo en las últimos semanas, desde el 14 de julio, Fidel Castro ha publicado ocho «reflexiones», sin contar los mensajes a la delegación cubana que participará en los Juegos Olímpicos de Pekín o al ex presidente surafricano Nelson Mandela por su 90 cumpleaños.
Como ha sido habitual desde que en marzo de 2007 estrenó esta fórmula que le permite mantenerse en el día a día del país, las «reflexiones» son leídas en todos los noticieros de televisión, publicadas en la prensa escrita y difundidas por las emisoras de radio del país.
Raúl Castro ha mantenido su perfil. El 26 de julio, en la principal celebración del calendario de la revolución, apenas habló 50 minutos y poco más el pasado 11 de julio, en el primer discurso ante la Asamblea Nacional como presidente del país.
Entre la población existe la opinión más o menos generalizada de que, a pesar del relevo al frente del Gobierno, en estos dos años poco o nada ha cambiado, y aunque algunos notan el aumento de la capacidad literaria de Fidel, no pocos reconocen que es una circunstancia intranscendente en sus vidas.
Lázaro, profesor de inglés de 31 años, siente que «en los últimos meses su presencia (de Fidel Castro) ha tomado más fuerza».
«Al inicio había un paréntesis, había desinformación, y por eso creo yo que más expectativas. Ahora no, porque escribe más, opina más, se le menciona más, y está ahí, como el Espíritu Santo. Vaya, a mí me intriga qué carajo hace ahora Fidel en este país, pero no me quita el sueño», agrega.
«¿Dos años sin Fidel, ya? Bueno, parece mucho o nada. Pero no pasa nada, todo es lo mismo, yo oigo los discursos del hermano por manía mía, pero a estas alturas ya se sabe lo que van a decir: producir alimentos y trabajar duro. Eso van a decir. Hasta ahí llegamos», señala por su parte Belkys, contable de 38 años.
Mariela, de 52 años, trabajadora de una institución estatal, también piensa que en Cuba todo sigue igual y reconoce que le presta poca atención a lo que pueda decir el líder de la revolución en sus «reflexiones».
«Yo, la verdad, es que ni las leo. A mi me parece que Fidel Castro ya sólo será importante cuando se muera, porque ahí es cuando sus ideas se van a apreciar de verdad», agregó.
Es difícil saber lo que ocurrirá en el futuro. Raúl Castro se enfrenta a retos importantes, entre ellos, la palpable apatía de una parte creciente de la población o la cada vez mayor emigración de los jóvenes profesionales.
También el aumento de los precios de los alimentos en todo el mundo agravará los problemas en Cuba, más todavía por cuanto ya los ciudadanos se ven obligados a comprar gran parte de ellos en divisas, y con un 240 por ciento de impuesto, el IVA más alto del mundo.
Sean cuales fueren las soluciones que el nuevo Gobierno cubano quiera aplicar, deberá hacerlo con rapidez. De lo contrario, la expectativa creada entre la población podría convertirse en un desaliento de impredecibles consecuencias.
Autor: EFE