Resulta que el nuevo dictador, a quien le ha tocado bajo su mandato que la isla haya sufrido tal vez la peor catástrofe natural de su historia, lejos de hacerse visible ante le pueblo y estar presente en los lugares de catástrofe como hacen los jefes de estado, no aparece. Salvo unas fugaces imágenes suyas escuchando el parte meteorológico de José Rubiera, el general no ha ido a encontrarse con el pueblo que ahora sufre. El mismo que pidió a la Asamblea Nacional, al asumir como presidente del Consejo de Estado, que se tomara como acuerdo autorizarlo a consultar todas las decisiones importante con Fidel Castro, al parecer, el comandante no le ha dado el visto bueno para dar el frente como presidente.

Resulta que el anciano ex gobernante en una reflexión pone al pueblo, es decir, a las víctimas, en pie de guerra ante los embates del fenómeno meteorológico, y sin embargo, el jefe de las tropas se mantiene en su refugio. Eso sí, no ha dejado de firmar una declaración para apoyar al líder cocalero Evo Morales, que tiene a su país, Bolivia, en medio de una gravísima crisis provocada por su desgobierno.

Nuestra tierra, donde hoy cientos de miles de nuestros hermanos se encuentra sin vivienda, en una situación de total miseria y habiéndolo perdido todo, con un gobierno que a pesar que se sabe incapaz de asumir la reconstrucción del país, y ni siquiera tiene la capacidad de socorrer a las víctimas, hoy cuando más lo necesita, carece de liderazgo.

Raúl Castro, quien por medio siglo ha sido el responsable de la defensa del país, ahora, cuando quienes invaden no son los “yanquis” que nunca llegaron , si no los fuertes vientos, las lluvias y el mar, no se atreve a “defender” a los cubanos, ni aún a salir en la televisión a dar palabras de aliento, aunque nadie o muy pocos crea en ellas. Tal vez por eso no lo hace, porque sabe muy bien lo que una cubana le dijo a Machado Ventura en Puerto Padre: “Lo que necesitamos son recursos, no palabras ni imágenes para la televisión”.

Lo que se ha vivido estos días, viendo la reacción del exilio cubano, ante la tragedia que vive Cuba, nos muestra que la nación cubana es una sola. Esta reacción, sobre todo de nuestro exilio más numeroso y cercano a nuestra patria, el de Miami, nos puede ilustrar que pasaría cuando nuestra tierra sea libre. Esos cubanos que hoy se movilizan para enviar ayuda a sus hermanos en la isla, sea quienes sean, prueba como acudirán a la reconstrucción de el país juntos a sus compatriotas de intramuros, cuando todos podamos acudir a nuestro suelo libre.

En días recientes, en una entrevista por el canal 41 de Miami, en el programa A mano limpia que conduce Oscar Haza, el Secretario de Comercio de Estados Unidos Carlos M. Gutiérrez, ante una pregunta sobre la negativa de la tiranía a recibir la ayuda del gobierno norteamericano y en cambio la solicitud de créditos, este afirmaba: “No queremos vender a un país que no tiene como pagar, queremos regalar y estamos dispuesto a hacerlo, esto no se trata de política.”

Estas son palabras que jamás serían difundidas por la televisión cubana, como tampoco se ha dicho una palabra de la movilización del exilio recolectando ayuda para enviar a los afectados, que suman posiblemente millones. Es el clásico modo de actuar de los manipuladores. No les convienen mostrar el rostro bondadoso de quienes siempre han pintado como enemigos.

Aún la magnitud de la devastación no se conoce en realidad. Hay indicios de que el régimen oculta la cifra de muertos, que aunque no son como en Haití, es imposible que sean tan pocos, como afirma el régimen. El hecho de el Gobierno de Cuba haya sido capaz de evacuar a más un millón de personas, no podemos dejar de verlo en si mismo como positivo. Se han evitado la muerte de miles de personas.

Pero por otra parte, ese es el mismo régimen cuyos dirigentes, que no sufren las calamidades que ahora existen pues gozan de todos los privilegios, sin consultarle al pueblo, rechaza por motivos políticos, la ayuda que el país más poderoso le ofrece. No les importa en realidad la gente. La capacidad de evacuar no es más que la prueba de que Cuba es una sociedad militarizada, muy capaz para recoger y reconcentrar gentes, pero incapaz de darles lo imprescindible devolverles a la vida normal.

Esta capacidad que hoy se emplea ante un ciclón es la misma que ya en el temprano año de 1961, emplearon para arrestar masivamente a miles de cubanos considerados desafectos cuando la invasión de Bahía de Cochinos. Es la misma que tienen ahora para, por ejemplo, en la capital de la república, poder encerrar cientos de miles en los túneles que han construido en la ciudad.

No es más que el empleo con fines buenos, de lo concebido con fines perversos. No puede creerse en la bondad de un régimen que ha sometido cruelmente a nuestro pueblo como la ha hecho la tiranía durante estas décadas, y que ha sido responsable de muchas miles de muertes más que las que afortunadamente se evitaron a pesar de estos huracanes.

Mientras, el nuevo dictador, no da la cara. Será porque no tiene nada que decirle a la población, no tiene buenas noticias que darle. Si bien ya les había anunciado que vendrían tiempos duros, ahora que el presente se ha tornado mas difícil y cruel que esos tiempos duros que anunciaba por venir, le falta la vergüenza para dirigirse al pueblo.

Lo importante sin embargo ahora, es acudir en ayuda de los que están desamparados. Eso lo comprende y lo siente bien el exilio cubano, que en su inmensa mayoría, piensa y actúa en estos momentos, por sobre todo, para ayudar. De cualquier modo, la libertad de Cuba, llegará más temprano que tarde y por ella se seguirá luchando.

Autor: Osvaldo Alfonso Valdés (publicado en Misceláneas de Cuba)