Cuando un país sufre una catástrofe, los ciudadanos necesitan el respaldo de su Gobierno, que debe dar la cara. Por eso, siempre que ocurre una desgracia nacional, vemos a jefes de Estado y de Gobierno animando a los afectados. ¿Siempre? Bueno, siempre excepto en Cuba.

El panorama en la isla es desolador: miles de personas sin hogar, falta de medicamentos, cultivos inundados, daños de millones de euros. Y entre tanto dolor, ¿dónde está Castro II? Se ha esfumado. Brilla por su ausencia. Tras el paso de los huracanes Gustav e Ike, el general no se ha personado todavía en las zonas más afectadas del país, ni ha lanzado un mensaje tranquilizador a la población. El pueblo se siente abandonado por un Gobierno sin liderazgo.

Raúl Castro ha perdido la oportunidad de aparecer prontamente ante su pueblo como un presidente preocupado por el desastre. Los ciclones ponen de manifiesto la incapacidad del régimen para reconstruir el país. Su líder ni siquiera es capaz de alentar a su pueblo.

Mientras tanto, Castro I lanza diatribas desde su lecho de muerte. ¿Será que Castro II no aparece para no hacerle sombra?.

Autor: Ricardo Carreras Lario