Cuba y el desarrollo
Aunque muchos dirigentes cubanos constantemente hacen declaraciones sobre el supuesto desarrollo de la Mayor de Las Antillas, con el propósito de presentar el proceso revolucionario como un ejemplo a imitar, la información brindada por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) prueba todo lo contrario.
Esta organización, en su Informe sobre Desarrollo Humano (IDH) 2007-2008, sitúa a Cuba con 6.000 dólares de PIB per capita en 2005, calculado sobre la base de la paridad de poder adquisitivo de Estados Unidos. Esto significa que ocupa el lugar 23 dentro de 33 naciones de América Latina y el Caribe, en el grupo donde está incluida la mayoría de los países centroamericanos, Ecuador, Bolivia y Haití.
Hay que señalar que de acuerdo con informaciones de los años anteriores a 1959, Cuba tenía un ingreso por habitante equiparable con Argentina, Uruguay, Chile y Costa Rica, aunque es verdad que sectores poblacionales, fundamentalmente en zonas rurales, estaban marginados; situación que se esperaba fuera solucionada por la revolución triunfante.
El gobierno ha alegado en muchas ocasiones que el ingreso está mejor distribuido que en los países de economía de mercado, donde ciertamente en muchos, en especial del Tercer Mundo, se han creado polos de pobreza y de riqueza inadmisibles. Sin embargo, la sociedad cubana tampoco es un paradigma en esto.
Lamentablemente, las estadísticas oficiales no ofrecen información sobre la distribución de los ingresos, como se hace en muchos países de la región. Menos aún se muestran indicadores como el llamado Coeficiente de Gini, que mide las desigualdades de ingresos, donde un coeficiente ideal 0 representa la igualdad perfecta y un valor 100 la desigualdad extrema.
Dependencia exterior
No obstante, es conocido que los salarios en general no alcanzan para subsistir, cuestión admitida hasta por el actual gobernante, el general Raúl Castro.
En consecuencia, el nivel de vida de una persona en las condiciones cubanas depende de factores extralaborales, como tener familias en el exterior que envíen ayuda; contactos políticos para ocupar posiciones en lugares privilegiados, propiciadores del acceso a las indispensables divisas (instalaciones turísticas, empresas con participación extranjera y otras); o dejar a un lado principios éticos y establecer vínculos con actividades ligadas a la corrupción y la especulación.
El PIB per capita es un indicador importante para medir el desarrollo, pero puede no reflejar exactamente el progreso de un país. Así sucede con naciones que deben sus riquezas a la suerte de poseer yacimientos de recursos valiosos como el petróleo, sin haber logrado una real diversificación productiva, ni avances importantes en las esferas cultural, científica y técnica.
Por eso es necesario recurrir a otros parámetros para acercarse lo más posible a una justa valoración. Para ello pueden ayudar índices de consumo que midan el adelanto tecnológico alcanzado en un momento dado. Es el caso del consumo per capita de energía eléctrica, donde Cuba tenía en 2004, año base de comparación en el IDH 2007-2008, un índice de 1.380 kw, para el lugar 18 entre 33 países de América Latina y el Caribe.
Además, en el período 1990-2004, el consumo de electricidad per capita aumentó en un insignificante 0,6%, el más bajo de la región si se excluye a Haití y Antigua y Barbuda, que tuvieron un descenso.
Ciertamente, Cuba tiene un nivel alto de electrificación, facilitado por ser una isla larga y estrecha con relativamente pocas zonas inaccesibles. No obstante, en cuanto a la tasa de electrificación, tenía un 96,0% entre 2000-2005, pero otros países del subcontinente poseían niveles superiores o similares: Costa Rica (99,0%), (Chile 99,0%), Argentina (95,0%), Uruguay (95,0%), Trinidad y Tobago (99,0%), Brasil (97,0%), Venezuela (99,0%).
Además, la industria eléctrica cubana es altamente ineficiente. Según datos publicados por la Oficina Nacional de Estadística (ONE), en 2007 las pérdidas en el consumo de energía, producto del mal estado del sistema de transmisión y distribución, ascendieron al 16,7% del total, prácticamente el doble que en 1958, que fue de 8,8%; una dilapidación de recursos presente desde hace muchos años, que tampoco está en correspondencia con los supuestos éxitos logrados por Cuba en el sector energético, proclamados por la machacona propaganda oficial.
Respecto a la generación de energía eléctrica por fuentes alternativas, concretamente de procedencia eólica y solar, según el anuario de la ONE, Cuba únicamente produjo 0,2 gigawatts hora en 2007, un milésimo por ciento del total de la electricidad producida ese año. Estos datos revelan el atraso existente cuando se comparan con la información publicada por el PNUD sobre la situación existente en un numeroso grupo de naciones del área, donde puede apreciarse mayores avances en la utilización de fuentes alternativas de generación de energía.
¿Los primeros serán los últimos?
Otros datos que pueden servir para medir el actual estado de desarrollo de la sociedad son los referentes a la aplicación de las nuevas tecnologías de la comunicación, para lo cual nos puede ayudar también la información del IDH 2007-2008.
Cuba estaba en 2005 en las últimas posiciones en abonados a teléfonos móviles (12 por mil habitantes) y acceso a internet (17 por mil habitantes). Estos indicadores están por detrás de los países más retrasados del área, como Haití (48 y 70, respectivamente), Nicaragua (213 y 73), Bolivia (264 y 52). Es posible que el índice de abonados a teléfonos móviles mejore en el futuro, pues en el primer trimestre de 2008 se permitió a la población el acceso a dicha tecnología.
Hay que señalar que incluso en el uso de líneas telefónicas básicas también Cuba se encuentra entre las últimas, con 75 por mil habitantes en 2005, cuando Costa Rica tenía 321, Chile 211 y Argentina 227, lo cual resulta una gran paradoja porque Cuba fue uno de los primeros países en desarrollar esta tecnología en América Latina y el Caribe.
También es una ironía que siendo un país pionero en la utilización de los avances tecnológicos desde el siglo XIX, como la máquina de vapor, el ferrocarril y el telégrafo, así como en la primera parte del XX la telefonía, la radio y la televisión, hoy se encuentre en los últimos lugares en cuanto al progreso tecnológico.
Lamentablemente, donde Cuba se encuentra a la vanguardia —según el IDH 2007-2008— es en cantidad de personas privadas de libertad: primer lugar en la región con 487 presos por mil habitantes, y el sexto en el mundo. Esto refleja la grave situación que atraviesa la sociedad desde hace años, donde muchos ciudadanos —para sobrevivir— se ven empujados al delito por las circunstancias.
Ciertamente, hubo avances en la educación, la salud pública y la educación, gracias a los esfuerzos de generaciones anteriores a 1959 y a la colosal subvención externa, llegada del bloque soviético por motivos políticos, durante muchos años. Al perderse los inmensos recursos recibidos del Este de Europa, se han afectado sensiblemente estas actividades, en particular cualitativamente, lo cual ha sido reconocido oficialmente.
Como demuestran los indicadores expuestos, Cuba está inmersa en un proceso de involución generalizada. Los problemas que la revolución debió resolver permanecen y, por el contrario, se han producido significativos retrocesos, con nuevos males añadidos.
En estas circunstancias, cada día tiene menos sentido el triunfalismo oficial, así como querer mostrar un arquetipo de sociedad inexistente, completamente falso.
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Autor: Óscar Espinosa Chepe (publicado en CubaEncuentro)