En torno a la visita de José Blanco a La Habana (10/11/2008)
Una vez más, por desgracia, el Gobierno socialista español se pone del lado de los carceleros y olvida a los que sufren prisión, precisamente por defender los mismos valores que en España. ¿De verdad cree José Blanco que Pérez Roque está más cerca de sus valores que Oswaldo Payá, por ejemplo?
José Blanco ha llegado a La Habana y se ha entrevistado con los empresarios españoles que hacen negocios en la Isla, ha mantenido una reunión con Monseñor Ortega, máximo representante de la Iglesia católica para fijar una posición común entre ambos cuando en España es conocida su política hacia la curia, se ha reunido con varios dirigentes del régimen.
También ha tenido la oportunidad de contactar con representantes de casas regionales. Pero en su agenda, ciertamente cargada e intensa, no ha tenido ocasión de establecer un contacto con los disidentes que desarrollan sus actividades bajo la represión y el hostigamiento del régimen, ni tampoco ha hecho declaración alguna en defensa de los presos políticos hacinados en las cárceles de Fidel Castro.
Blanco, al que no vamos a negar su talante democrático, debería haber fijado como primer objetivo de su visita a La Habana contactar con esas personas privadas de libertad, con esos seres humanos a los que no se respetan sus derechos, que están encerrados en las cárceles por un sistema judicial dominado por el partido único, al que todos los cubanos deben el máximo respeto y obediencia, como sucede en cualquier vulgar dictadura.
Si José Blanco hubiera diseñado con acierto su viaje a la Isla habría podido conectar con la verdadera sociedad civil que existe en Cuba, la que no acepta el sometimiento ni la obediencia a un mandato único, la que resiste la presión de los batallones de respuesta rápida, la que periódicamente es atemorizada por las fuerzas de seguridad del Estado, la que en silencio trabaja para construir una sociedad democrática.
Por ello, no se ha entrevistado con Oswaldo Payá, Marta Roque, Cuesta Morúa, Héctor Palacios, o cualquiera de los dirigentes democráticos que luchan contra la dictadura para abrir espacios para las libertades, la democracia y el pluralismo. Dirigentes que el PSOE decidió excluir de los contactos diplomáticos en la embajada de La Habana, y no volver a invitar a los actos oficiales para no molestar a la camarilla dirigente del país.
Blanco que conoce la fuerza transformadora de la democracia, porque él tuvo la oportunidad de vivir la transición española y cómo el régimen franquista, férreo e inexpugnable, se vino completamente abajo cuando la sociedad percibió su debilidad y la necesidad de cambios, debería saber que ahora es el momento de tomar partido por los que creen en la democracia para Cuba, para los que luchan por esas señas de identidad comunes con España, los que no desean abandonar el país por la falta de oportunidades y la necesidad de una obediencia a una ideología que ya no tiene futuro.
Ahora es el momento de pedir insistentemente a Pérez Roque, a Machado Ventura, a Ramiro Valdés, a Raúl Castro que la única alternativa para el diálogo con España es la liberación inmediata de los presos políticos y el cese de las actividades represoras. No tanto que se abran espacios para que los disidentes puedan hacer llegar sus mensajes a la sociedad, sino que se les permita actuar en completa libertad. No es el momento de dialogar como dice Blanco, sin prisas.
Cuanto más tiempo se pierda en conseguir la liberación de los presos, más irán perdiendo la vida en el camino, sus ilusiones, su fuerza, su determinación. Son personas que sufren privaciones, torturas, palizas e insultos que, en absoluto pueden tener justificación por las condiciones de un diálogo. Es el momento de levantar la voz.
España, una nación democrática y moderna, con una notable influencia sobre América Latina y Cuba, puede hacer mucho en defensa de la causa de la democracia en Cuba, la transición pacífica hacia un régimen de libertades y respeto a los derechos humanos. Pero la visita de José Blanco a La Habana y la política que está impulsando su partido desde el gobierno no va a servir de mucho para ello. Podremos comprobarlo en el futuro no muy lejano.
Autor: Elías Amor (publicado en Misceláneas de Cuba)