«Policía eléctrica» contra el fraude y el derroche en Cuba
El gran enemigo interno del momento en Cuba no es ningún opositor, ningún traidor, ni bloguero o grupo cibernauta alguno. La rebeldía que hoy preocupa aquí es la del vecino que chupa la electricidad a una empresa estatal o manipula el contador para no pagar lo que consume; la del jefe o currante que incumple las severas restricciones recién impuestas al uso del aire acondicionado; la del tipo que se deja la luz encendida…
La del disidente lumínico, ese “indisciplinado derrochador” que tanto dinero le cuesta a un país que ya no tiene dinero. Contra él se concentran los esfuerzos de la implacable policía eléctrica creada por el Gobierno de Raúl Castro. La presentación en la prensa de los temibles inspectores es digna de reproducirse: “Existen unos hombres bien intencionados, silenciosos, que se mueven sin altanería y no se creen importantes pero lo son. Se trata de los integrantes de los Grupos de Supervisión Energética (GSE), creados en la provincia de Sancti Spiritus en el 2007 y luego extendidos a toda la isla”.
Los GSE está que no paran desde que, hace dos meses, el Gobierno limitó a ciertas horas el uso de placas de aire acondicionado, hornos y hasta neveras en fábricas y oficinas, a la vez que decidió poner coto a los pufos en el suministro a viviendas. Había que contrarrestar el exceso de gasto de 40.000 toneladas de combustible para electricidad detectado en el primer cuatrimestre del año, exceso ya revertido en 18.000 toneladas ahorradas desde entonces.
Tal ahorro no se entiende sin el eficiente trabajo de estos policías de la luz cuyas patrullas de La Habana han multiplicado sus salidas. En sus 250 inspecciones diarias vienen detectando fraude en una de cada 10 casas. La trampa más frecuente es la que se conoce como “poner a dormir al niño”, que consiste en manipular el contador para que no cuente.
El otro procedimiento más al uso tiene que ver con la interpretación de manga ancha que muchos cubanos hacen de la estatalización de su economía socialista. Si todo es de todos, lo cual no es exacto, ¿por qué no tomarlo directamente del Estado? Ésa es la filosofía que aplican los artífices de las tendederas, tramos kilométricos de cables que desvían el flujo eléctrico desde una entidad estatal hasta un grupo de viviendas. Sólo en la provincia de Granma hay, según la compañía eléctrica, 198 redes informales que derivan la luz de otras tantas empresas hacia 4.463 viviendas.
Las sanciones contra los infractores lumínicos van de los apagones de castigo durante unos cuantos días –medida aplicada ya a 450 órganos y empresas estatales de la capital– hasta multas y pagos retroactivos de lo debido, pasando por una amplia gama de medidas administrativas y laborales… Y también por el sonrojo de verse en las páginas de la prensa.
La política de “Ahorro o muerte” recién adoptada en la isla es sólo una de las estrategias para paliar los efectos de la debacle financiera que asoma en el país, cuyos problemas de pago empiezan a limitar la producción y el abastecimiento. Otra medida tanto o más dolorosa es la reducción de las raciones de grano y sal en la cartilla de racionamiento. El verano se presenta crudo en Cuba.
Autor: Fernando García-La Vanguardia