Cambiar la pistola por el azadón
«A que coprovinciano se le ocurrió ponernos el sol detrás, a mí no me molesta, pero estoy seguro de que ninguno de ustedes me puede ver; verán, si acaso una sombra: ese soy yo», dijo el general Raúl Castro el pasado 26 de julio al comenzar su discurso, tercero que pronuncia en esta fecha desde que asumió la presidencia. Es también el discurso en el que más información entrelíneas y comentarios jocosos improvisados ofrece.
«Mis chistes llevan de vez en cuando algún mensaje», diría el menor de los Castro el 11 de julio de 2008, en la primera sesión de la séptima legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Antes, sin gracia suprema, el 26 de julio de 2007, en Camagüey, había dicho que llevaban 50 años diciendo que la leche sólo era para los niños de hasta siete años. Agregó que eso había que borrárselo de la mente, porque en Cuba había tierras para producir tanta leche, como para todo el que quisiera tomarse un vaso.
Sin misericordia, aquellas 44 palabras del entonces presidente interino fueron suprimidas de la prensa oficial.
«Hay que tener mucho cuidado con todo lo que se afirma, para no hacerle el juego a la ideología enemiga (…) Medítese bien lo que se dice, lo que se afirma, para no hacer confesiones vergonzosas», escribió Fidel Castro en su columna del 15 de abril de 2008. Fiel a su legado, Raúl habló poco este 26 de julio, pero, así y todo, dijo mucho.
Más de lo mismo
«El hecho de que Raúl no tocara el tema de la política exterior de Cuba en su discurso, no quiere decir que ésta se encuentre en un mal momento, sino todo lo contrario; para nadie es un secreto las relaciones de amor-odio y odio-amor que entre Cuba y Estados Unidos existen. Quizás esas relaciones se cultiven como un campo de maíz, y bien usted sabe que mientras la semilla está en el fondo del surco, no se ve», dijo a este diario una personalidad versada en relaciones internacionales.
Pero en la Isla hay centenares de presos políticos y de familias destrozadas. Incluso, en vísperas del 26 de julio, hubo operaciones policiales en todo el país, y periodistas y disidentes reprimidos.
«Bueno, cuando germine la semilla, entonces será preciso cultivar la planta. Esos son los imperativos del cultivo de un campo y de cualquier relación amistosa. Lo opuesto son los terrenos baldíos y la diatriba, pero en este discurso lo que Raúl habló puede cultivar campos y, si algo impugnó, fue nuestra pereza», añadió la misma fuente.
«¿Usted escuchó el discurso de Raúl?», es la pregunta para un ingeniero agrónomo que dirige una granja: «Pues sí, lo escuché, y no me explico hasta cuándo vamos a estar reajustando los recursos de la agricultura. Producimos poco, y, si continuamos por ese camino, pronto dejaremos de producir. Ahora Raúl dijo de cultivar alrededor de las ciudades, pero, ¿y los cientos de miles de hectáreas que están campo adentro?».
El dirigente recordó: «Al año 1960 lo llamamos ´año de la reforma agraria´, a 1965 ´año de la agricultura´, a 1969 ´año del esfuerzo decisivo´, a 1970 ´año de los diez millones´ y a 1971 ´año de la productividad´. Pero, sinceramente, creo que si durante tiempo no hemos podido con nuestros campos, ya es hora de abrirlos a la inversión extranjera».
Su chófer, que escuchaba, añadió: «O a la inversión de los cubanos, no importa dónde estén, porque eso que dice Raúl, hacer conucos alrededor de las ciudades, por muy modernos que sean, es volver a la agricultura que hacían los indios cuando llegó Colón».
«Que siembre la Seguridad del Estado»
Según Raúl Castro, en Cuba no se educa a los niños en el amor a los árboles.
Entrevistada al respecto, una maestra jubilada dijo: «Él tiene razón, pero no sólo se ha dejado de inculcar eso a los niños, sino también otros valores que son esenciales para cualquier nación civilizada. Este es el resultado del vandalismo con que hoy se comportan muchos de nuestros niños y jóvenes. Ese es el resultado de que ellos, y otros que ya no son tan jóvenes, talen en lugar de sembrar».
«Mire, si como dice Raúl la producción de alimentos es un asunto de seguridad nacional, pues nada, a convertir en chatarra los tanques y los cañones para comprar tractores. Si nosotros no nos metemos con los americanos, los americanos no se van a meter con nosotros, pero si se metieran, de qué nos van a servir esos cacharros», dijo sobre el discurso del gobernante un ex combatiente de la guerra de Angola, que no tiene con qué roturar las tierras que adquirió en usufructo.
«Si es asunto de seguridad nacional, pues que nos dejen a nosotros tranquilos y que los de la Seguridad del Estado se metan a campesinos. Estoy seguro de que ninguno de ellos estará dispuesto a sudar la camisa, cambiando la pistola por el azadón; pero así Raúl podrá comprobar quiénes sólo sirven para gritar ´abajo el imperialismo´ y quiénes para trabajar», afirmó un ex policía que hoy se gana la vida en el campo.
Para clarificar, en lo posible, las palabras y los silencios de este 26 de julio, y en alguna medida explorar el porvenir, CUBAENCUENTRO.com recogió el sentir de estas personas. Como se puede apreciar, unos son socialistas convencidos y otros no tanto.
Incluso así, entre ellos hay un consenso: Cuba está abocada al cambio y la sociedad lo pide a gritos. Ya lo dijo Raúl Castro: «Estamos comiendo los mangos que sembraron nuestros abuelos».
Autor: Alberto Méndez Castelló|Cubaencuentro