Payolibre
La ciudadanía cubana está a merced del lumpemproletariado nacional. Un hecho concreto de implantar el terror en la ciudadanía lo es ordenar que vigilen, calumnien y aíslen socialmente a los “elemento contrarrevolucionario” (léase críticos del gobierno).

La orden de sembrar este tipo de pánico la da el Ministerio del Interior. El complot se activa cuando agentes del Ministerio orientan el sigiloso modus operandi a los llamados factores de la comunidad, militantes de las organizaciones de masas (Comité de Defensa de la Revolución, Partido Comunista de Cuba, Unión de Jóvenes Comunistas, Federación de Mujeres Cubanas) y demás cooperantes del oficialismo en los barrios; los que diseminarán todo tipo de cizañas entre vecinos y personal en los centros de trabajo aledaños al agraviado, incluso entre sus familiares más allegados (hijos, padres, esposos y esposas, etc.).

El propósito será despojarlos sin contemplaciones de cuantos planes personales emprendan “los contrarrevolucionarios”, echarlos de sus trabajos, malograrles sus posibilidades de subsistencia y el futuro de su familia…O encarcelarlos o fusilarlos para escarmiento de “la mayoría” si la dictadura militar considera que su acción pone en peligro la seguridad de la “nación” (régimen); Lo que provoca que las personas se sientan inermes ante la acción de un poder desmedido sobre sí. De ahí que una reacción común de la ciudadanía sea dejarse arrastrar por ese pedestre sometimiento, y hasta lleguen en común a reprochar y burlarse de los que intentan reclamar sus derechos ciudadanos, considerándolo un tipo loco, o que “está poniendo la cosa mala”, caldeando el ambiente e impidiendo hacer subrepticios negocios en el mercado negro. Al punto de que esa conducta se haya ido integrando a nuestra idiosincrasia de una manera aterradora.

Si un individuo, con razón pero sin decisión, es increpado de manera autoritaria por alguien supuestamente “calzado” de alguna jerarquía en el lumpemproletariado, el abordado se sentirá amenazado por un poder cuyos límites no puede definir, y que sin duda le puede traer mayores angustias de las que ya le sobran, presenciándose una reacción acoquinada del interpelado; reacción manifiesta a lo largo de toda la escala social.

Los cubanos se han convertido en seres fáciles de atemorizar. Eso sucede por la prepotencia que engendra a cada paso las abusivas leyes, el terror que generan las cárceles, los agentes represivos y los oportunistas colaboradores por montones. Sobre todo por la ausencia total de una prensa libre y tribunales justos e independiente del control estatal. Quienes experimentan esto en carne propia, años tras años, pueden evaluar la magnitud de tal vandalismo.

Autor: Juan Carlos Linares Balmaseda-Payolibre