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“A pesar de las limitaciones, la censura y el miedo, mi proyecto sigue” afirma la famosa bloguera cubana Yoani Sánchez tras recibir el premio Ortega y Gasset de periodismo digital. Para Yoani que desde Cuba platica sus experiencias, “los espacios de libertad sólo existen en la imaginación o en la virtualidad”, la libertad palpable que se puede tocar, oler y sentir no aparece por los laberintos abandonados de La Habana.

Yoani Sánchez, licenciada en filología por la Universidad de La Habana y crítica permanente del régimen castrista, ha constituido uno de los espacios de denuncia ciudadana más importantes del mundo. Su labor no cesa: “Somos observadores de la realidad urbana y rural cubanas, sin embargo para el régimen somos antirrevolucionarios o simplemente delincuentes de conciencia”.

Y es que, ser antirevolucionario en Cuba no significa sencillamente diferir ideológicamente de la doctrina oficial del Estado, sino que representa la peor de las verguenzas, ser retrógrada, capitalista amoral, vende patria y un sinnúmero de pecados más.

Para Yoani, “la palabra revolución en Cuba no significa ser crítico, representa ser obediente y conformista, no reclamar nada y preferir siempre lo viejo, lo nuevo debe ser rechazado para ser un verdadero revolucionario”.

Con el mismo ahínco que la caracteriza, reafirma: “Las libertades se está cocinando, los procesos históricos no duran lo mismo ni son independientes, los sucesos que hemos presenciado en las últimas semanas se fincan en la intención de juntos reconstruir este país, ojalá pronto la Cuba del siglo XXI nazca”. Y es que para los blogueros, el siglo XX no ha terminado.

Los blogueros logran penetrar en los rincones íntimos del régimen, rompiendo aquélla fachada de supuestos consensos verticales. Lo que destapa la comunidad bloguera son las fracturas del régimen, logran sacar a la luz los laberintos políticos del Partido Comunista Cubano.

“La prensa independiente es una quimera en esta isla, nosotros desde la red presionamos para crear un espacio ciudadano” comenta en su bitácora virtual, Katia Sonia, una activista que representa al Partido de la Cuba Independiente y Democrática.

El internet y la virtualidad han, literalmente, inventado la política ciudadana en Cuba.

Los asuntos públicos ha dejado de ser monopolio del partido, la élite dirigente o la asamblea del poder popular, ahora se esparce y se ciudadaniza.

Desde la reparación de las calles hasta la injusticia salarial pasando por la política exterior y los árboles se vuelven diálogos comunes, símbolos de la vida cotidiana, escapan de la lógica meramente gubernamental.

En los blogs hay de todo: anticastristas ácidos, críticos del régimen, intelectuales situados a la mitad del camino y hasta castristas que defienden a la revolución, aunque desean un país con más libertades políticas y económicas. Sin embargo, es fácilmente visualizable un elemento que los une, la lucha por la democracia. Y, ¿Para qué la democracia?

En América Latina, hay pocos conceptos tan poco valorados y tan vilipendiados como aquél que encarna “el sistema político que empodera al pueblo”.

Según la agencia de estudios de opinión Latinobarómetro, entre 40% y 65% de los latinoamericanos preferirían ser gobernados por una dictadura, si se les garantizara el acceso a una mejor calidad de vida. Está claro, comer precede a votar.

Canto a la ilusión

Sin embargo, en la Isla, la lucha por la democracia reviste una deuda histórica. Ya sea por el protectorado estadounidense tras la guerra hispano-americana de 1898 o por los viejos imperialismos europeos, Cuba es una nación en constante búsqueda de autonomía y libertad.

Para lo blogueros, el oxígeno del régimen cubano es el sentimiento. Silvio Rodríguez y Pablo Milanés son músicos que han hecho su vida en paralelo al Gobierno de la revolución. Ambos cantautores con sus versos y ritmos han buscado mantener el romanticismo y el heroísmo de la Cuba independiente, insurrecta y pura.

Otro activista, Pablo Pacheco, culpa al Gobierno de utilizar los espacios artísticos para lograr adeptos a la revolución. “No hay escapatoria: la música, la televisión, los avances tecnológicos, el internet, todo está copado por el Gobierno, no hay resquicio ciudadano; todo en manos de Fidel y Raúl, nada afuera de su dominio”.

La amplia mayoría de blogueros no está de acuerdo con el bloqueo interpuesto por Estados Unidos a la Isla, sin embargo creen que “el tapón comercial se utiliza como excusa para justificar todos lo errores internos, es un escape para el sistema si las cosas salen mal”.

El debate político de los cubanos acerca de su propio país, sólo puede tener lugar en la red, no hay otro sitio libre para repensar a su nación. Para mucho activistas, el presente no necesita ser discutido, el régimen está podrido y sólo su erosión terminaría con la pobreza e injusticias.

Por ello, Ernesto Pérez Chang bautizó a su sitio “el lunes posrevolucionario”. En este espacio virtual se fuga de las realidades cubanas, habla del Mundial, toma partido por algunas selecciones y se da tiempo para opinar sobre arte y cinematografía. Es decir, Ernesto se introduce en un mundo ajeno a él, un mundo propio de los días posrevolucionarios.

Sin embargo, su deseo lo retorna automáticamente a la realidad, lo pone cara a cara con Marx, Barthes o Althusser. Las películas, los deportes, la música, deleites propios del capitalismo, ceden lugar a los eternos retornos cubanos: el ateísmo practicante, el comunismo, el estructuralismo, la democracia popular y Fidel. No hay forma de salir, las idas y venidas son constantes.

Una luz que se apaga

Y ¿Qué hay de todo aquello que hace famosa a Cuba: los grandes atletas, los médicos de altísimo nivel o las aulas que imparten la educación de más calidad en América Latina? Allí, los blogueros advierten que los constantes años de crisis han impactado en lo que son considerados orgullos de Cuba. Desabastos, disminución en los presupuestos de investigación y poca inversión en infraestructura amenazan con destruir los aspectos más alabados de Cuba a nivel global.

“Por qué enviar tantos médicos a Venezuela por petróleo, tenemos necesidades aquí” critica Yiridia Pomena una ferviente seguidora de los blogs liberales de La Habana. Y es que, la relación entre Venezuela y Cuba ha fortalecido la posición de la Isla socialista al permitirle acceder a créditos petroleros, a préstamos con intereses bajísimos y a un respaldo en las organizaciones internacionales como la Organización de Estados Americanos (OEA).

Los blogueros son constantemente acosados. Henry Constantin es un periodista independiente de 25 años, expulsado en dos ocasiones de centros universitarios cubanos por ser políticamente incorrecto.

La cerrazón que sufrió en las aulas universitarias lo ha arrojado a la red, allí: crítica, grita, gesticula y patea. Está también el caso de Yamil Domínguez, un joven activista que escribe desde prisión. El bloguero ha sido confinado por 10 años en el Combinado del Este, por tráfico de personas. Yamil está casado por segunda vez y tiene dos hijos.

Tras emigrar a Estados Unidos volvió sólo para ser apresado. El cubano que terminó sus estudios en suelo estadounidense pide una revisión extensa de su caso para mostrar su inocencia.

Los blogueros, tal como las Damas de Blanco o las huelgas de hambre de Orlando Zapata y Guillermo Fariñas, son una parte viva de la ciudadanía que exige libertades políticas. No son espías enviados desde el imperio o fuerzas que buscan minar y desestabilizar a la “democracia más perfecta del mundo”.

Tampoco son animales capitalistas, egoístas de nacimiento, que sueñan con la realización americana: una casa grande con piscina, un restaurante de comida rápida en el barrio o un automóvil de 60 metros de largo y 45 cilindros. Son cubanos, igual que los demás, productos del sistema educativo de la Isla, egresados de licenciaturas de las mejores universidades de la Habana; en conclusión son activistas que no consideran que la revolución siga siendo lo suficientemente revolucionaria.

La comunicación a través de páginas de internet gana cada día más adeptos en México y en el mundo. Para los cubanos es una cuestión de sobrevivencia al régimen de los Castro.

Para saber

En Cuba hay 240 mil usuarios de internet, una de cada 32 personas tiene acceso a la red. En México esta cifra es de uno por cada cinco y en Estados Unidos 80% puede conectarse a la red global.

Telón de Fondo: Limitaciones al espacio virtual

El Gobierno cubano aprueba sólo el uso de 40 mil redes en todo el país, las cuales son utilizadas, principalmente, por extranjeros y empresas transnacionales que necesitan inevitablemente la conexión.

Asimismo, en toda La Habana se pueden encontrar únicamente dos cibercafés que cobran la impagable cantidad de cinco dólares la hora, un costo barbárico en comparación con el salario promedio de un habitante de la Isla.

Si un ciudadano logra cumplir con estos requisitos y pide un permiso gubernamental, el acceso es limitado: periódicos oficiales y sitios de internet controlados a nivel mundial que no se meten con el régimen cubano.

A pesar de las severas restricciones y las excesivas limitaciones que ha impuesto el régimen castrista para navegar por la red, los catalogados “informáticos” han decidido desde hace años esquivar las barreras a través, no sólo de la imaginación y la creatividad, sino a través de conexiones internacionales captadas por estos genios de las computadoras.

Sin embargo, las libertades de tránsito por la red, por más diminutas que parezcan, han sido implementadas desde la llegada de Raúl Castro al poder.

A partir de 2008, ha habido un proceso de liberalización gradual en el mercado de la computación.

Las reformas emprendidas por el hermano del longevo líder Fidel Castro, han sido acompañadas por debates intensos en el seno del Partido Comunista Cubano.

La generación más joven de dirigentes de la Revolución han presionado para que se amplíe considerablemente la banda ancha de internet.

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Autor: Informador.com