Miedo a la mayoría silenciosa
El pasado 24 de junio, cinco disidentes cubanos recibieron el Premio a la Democracia que la Fundación Nacional para la Democracia (NED) otorga cada año. José Daniel Ferrer, Iván Hernández y Librado Linares están purgando largas condenas en prisión por su oposición pacífica. Sentenciado a 17 años de cárcel, Jorge Luis García, conocido como Antúnez, fue liberado en 2007. Él y su esposa, Iris Tamara Pérez, también galardonada, se hallan actualmente bajo un virtual arresto domiciliario.
El presidente norteamericano, Barack Obama, ha reclamado la libertad de los prisioneros políticos, y sobre los cinco premiados dijo: «Todos ellos han sufrido rigores personales enormes sólo por defender las libertades y los derechos fundamentales». Otras personalidades honradas con este premio han sido Violeta Chamorro (Nicaragua), Václav Havel (República Checa), Vicente Fox (México) y otros activistas por la democracia en todo el mundo.
Los derechos humanos no son ni deben ser partidistas. La Declaración Universal de los Derechos Humanos de Naciones Unidas estipula: «Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos». Esos derechos incluyen la libertad de opinión y de asociación. Los gobiernos no pueden escoger cuáles derechos respetar, ni pueden proclamar —como lo hace La Habana— que aquéllos que no están de acuerdo con su gobierno violan la ley. Las leyes que impiden la libre expresión son, en sí mismas, el problema.
Además, la defensa de los derechos humanos no es monopolio de nadie. Los partidarios de la línea dura en relación con la política de Washington hacia La Habana, denuncian las violaciones del régimen con vigor, a la vez que critican a los presidentes latinoamericanos que se reúnen con Raúl Castro en sus visitas oficiales. Pero, ¿ha mostrado el régimen un mayor respeto hacia los derechos humanos como resultado de tales denuncias?
Los derechos humanos no son una opción
Asimismo, los que aprobamos esos pequeños pasos que el gobierno de Obama ha dado hacia «un nuevo comienzo» con La Habana —ya seamos individuos o Estados—, no debemos nunca soslayar el tema de los derechos humanos. Su respeto es, o debe ser, universal, no una opción. Por lo tanto, condenar sus violaciones no es interferir en los asuntos internos de Cuba. Hablar con suavidad no es lo mismo que ser blandos.
El punto crucial del asunto es el propio régimen: una dictadura temerosa de los ciudadanos de a pie, la mayoría silenciosa que ya no escucha ni apoya. La dictadura está atrapada en su retórica egoísta y sus dirigentes hallan cierta seguridad en un avance lento. De esta forma, es muy poco lo que ellos pueden hacer para mejorar el bienestar material de la ciudadanía. Cuando algunos cubanos —como los cinco galardonados por la NED— se atreven a denunciar la situación sin ambages, el régimen desata contra ellos su furia oscura y cobarde.
El cambio en Cuba vendrá desde adentro, sean cuales fueren las políticas de Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá y América Latina. Aunque es demasiado pronto para emitir un juicio rotundo, la apertura de Obama pudiera estar cosechando algunos modestos frutos.
Ni Canadá ni España se habían pronunciado pública y críticamente sobre La Habana cuando primaba en Washington la línea dura. Ahora, el primer ministro canadiense, Stephen Harper, reclama democracia para la Isla y el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, exhorta al régimen a que introduzca reformas económicas.
Cambio por múltiples vías
El cambio ocurrirá por múltiples vías. En la situación actual, los opositores al régimen, por sí solos, no lograrán la democracia. La mayoría silenciosa —que está ocupada en su supervivencia cotidiana— necesitará tomar conciencia de su poder. Cómo se ha de forjar, nadie lo sabe; pero tarde o temprano sucederá.
Tampoco se pueden pasar por alto las fracturas potenciales en la propia élite. Los dirigentes hubieran trasmitido una señal de fortaleza si hubieran sido capaces de organizar el Congreso del Partido Comunista para el próximo mes de octubre. Pero no han podido ni siquiera movilizar a los núcleos de base, un requisito indispensable antes de convocar un congreso.
El diario español El País, en su edición del 28 de junio, reveló información adicional sobre las purgas de Carlos Lage, Felipe Pérez Roque y otros. Se está mostrando un vídeo, para un amplio grupo de militantes escogidos, sobre la supuesta colaboración de los defenestrados con los servicios de inteligencia españoles y sus críticas incesantes a los viejos en el poder. Esto es sólo la punta del iceberg, una de las razones por las que el Congreso del Partido está en un limbo.
La política cubana, en todos lados, ha provocado siempre reacciones extremas. Para multiplicar la fuerza, habrá que sumar todos los días. Se impone estar abiertos a los muchos actores que puedan inducir al cambio. La intransigencia sólo es esencial en el tema de los derechos humanos. La humanidad que todos compartimos exige respeto a esos derechos en todas partes. Cuba no es la excepción.
Autor: Marifeli Pérez-Stable|Cubaencuentro