Un proyecto de ley ciudadano
«Los cubanos no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin Libertad».
Oswaldo Payá. Fragmento del discurso pronunciado en el Parlamento Europeo el 17 de diciembre de 2002, al otorgársele el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2002.
El Proyecto Varela, promovido por cientos de cubanos bajo la dirección de Oswaldo Payá Sardiñas, fue, sin duda, la iniciativa más exitosa de la oposición cubana en el siglo XXI, quizás en la historia.
Por Regis Iglesias (53 años, prisionero de conciencia cubano miembro del Movimiento Cristiano Liberación. Fue encerrado en la prisión Combinado del Este, cumpliendo una condena de 18 años tras entregar con Oswaldo Payá las firmas del Proyecto Varela a la Asamblea del Poder Popular en mayo del 2002. En 2010 fue exiliado a España).
Oswaldo Payá Sardiñas, líder del Movimiento Cristiano Liberación de Cuba y principal impulsor del Proyecto Varela, nació el 29 de febrero de 1952. Su padre, Alejandro Payá, entonces era un pequeño comerciante y su madre, Iradia Sardiñas, educó a todos sus hijos en el amor y la fe católica que ella profesaba.
Por línea paterna, la familia Payá había emigrado a Cuba a principios del siglo XX y sus abuelos maternos eran cubanos emprendedores. La familia Payá Sardiñas nunca tuvo vínculos con los gobiernos de turno ni con la dictadura de Fulgencio Batista.
Oswaldo estudió en una escuela pública primaria en el barrio habanero del Cerro. Más tarde se matriculó en la Escuela Católica de los Hermanos Maristas (Champagnat), hasta que el nuevo gobierno revolucionario intervino y cerró esa prestigiosa institución.
Años difíciles y persecución
Su familia fue marcada por el régimen castrista por no mostrar simpatías por la ideología comunista y por su pertenencia a la Iglesia Católica. En 1961, durante los sucesos de Bahía de Cochinos (Playa Girón), sufrió, junto a su familia, el primer pogromo, o lo que después se llamarían «actos de repudio». Una turba bien organizada con altavoces, formada por milicianos y agentes, se situó frente a su casa y, durante un largo rato, amenazó, ofendió y gritó «paredón». Tiraron algunas piedras y aterrorizaron a las mujeres y niños que permanecían en la casa.
Durante la época de persecución más cruenta, Oswaldo y su familia permanecieron totalmente integrados en la Iglesia y, por lo tanto, señalados y excluidos.
Su comportamiento abiertamente crítico con el régimen le costó su libertad y fue enviado, en mayo de 1969, a un campamento de castigo, con trabajo forzado, bajo las leyes del Servicio Militar. Trabajó en las canteras de Isla de Pinos, llamada hoy Isla de la Juventud.
Más tarde, durante la llamada «zafra de los diez millones», fue enviado a los campos de caña en la Provincia de Camagüey bajo unas condiciones infrahumanas. Lo trasladaron reiteradamente por considerarlo «instigador» y un mal ejemplo para los confinados que estaban sometidos.
Finalmente, fue enviado de vuelta a la Isla de Pinos. Allí, permaneció hasta 1972. Durante ese tiempo, el obispo de La Habana, Monseñor Francisco Oves, le dio las llaves de la iglesia. Allí vivió mientras trabajaba en las canteras, predicaba, llevaba la comunión a los enfermos y ponía la casa de la iglesia a disposición de muchos confinados. Esta situación se convirtió en un hecho insoportable para la contrainteligencia militar que, en varias ocasiones, lo interrogó y lo fichó.
En 1972, pudo regresar a su casa. Poco después, se matriculó en la Universidad de La Habana en la carrera de Licenciatura en Física.
Allí, también fue señalado por ser cristiano practicante y manifestar que no era y nunca sería marxista.
Reiteradamente buscó trabajo y no le aceptaron en ninguno de ellos, ya que en aquel tiempo el Partido Comunista Cubano (PCC), a través de su departamento de «Cuadros», decidía quién podía o no trabajar.
Logró que lo aceptasen como ayudante en una carpintería en la ocupación de menor escala y haciendo la labor más humilde. Tiempo después, logró trabajar como profesor y matricularse en centros nocturnos para completar la carrera de ingeniero en telecomunicaciones.
Tuvo que abandonar el trabajo como profesor de Preuniversitario por no cumplir las exigencias de adoctrinar políticamente a los alumnos y hablarles con un lenguaje y valores diferentes.
Le mantuvieron constantemente vigilado y acosado. Los agentes represivos comenzaron a hacerle «visitas» en su centro de trabajo. Llegaron a detenerlo en una ocasión en la calle mientras se dirigía a un hospital donde debía trabajar. Era un cerco, como estar prisionero en la calle.
Comprometido con la justicia y la verdad, en febrero de 1986, participó como delegado por la Diócesis de La Habana en el Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC), donde llevó el tema, preparado por él, «Fe y Justicia», en el que defendía el derecho de los católicos cubanos a practicar su fe con absoluta libertad.
Nacimiento del Movimiento Cristiano Liberación
Junto a un grupo de laicos Payá creó la Peña del Pensamiento Cubano, en la Parroquia del Cerro. Editó «Pueblo de Dios», primera publicación autónoma e independiente que asumía la defensa de las libertades, no solo de los creyentes, sino de todos los cubanos. En 1988, después de fuertes presiones de la oficina de asuntos religiosos del PCC, el obispo de La Habana, Jaime Ortega, prohibió la publicación y la «Peña Cristiana».
Ese mismo año, Oswaldo Payá fundó el Movimiento Cristiano Liberación (MCL), comenzando una nueva etapa de lucha pacífica por la reconciliación nacional. Un hecho sin precedentes hasta entonces en los casi treinta años de gobierno totalitario en Cuba.
Fue detenido en marzo de 1990 y encerrado durante varios días por la policía política del régimen, siendo interrogado y amenazado con que, de continuar en su lucha cívica y pacífica, enfrentaría varios años de prisión.
Posteriormente a su excarcelación, Oswaldo Payá y el MCL hicieron público un «Llamamiento al Diálogo Nacional» entre todos los cubanos dentro y fuera de la isla. Comenzó una campaña de recogida de 10,000 firmas, con la intención de darle a esta iniciativa ciudadana carácter de Proyecto de Ley amparado en el artículo 86 de la Constitución de la República cubana vigente, antes de ser reformada.
La campaña de recogida de firmas comenzó a extenderse por todo el país, hasta que, el 11 de junio de 1991, una turba organizada por el Gobierno organizó un acto de repudio, asaltaron y saquearon la casa.
Por primera vez, en 1992, Payá hizo pública su intención de postularse para Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular.
La respuesta de la Seguridad del Estado fue obstaculizar y evitar que el líder del MCL ejerciera su derecho constitucional a «ser elegido». Dos días antes de la llamada Asamblea de la Postulación la policía lo detuvo en su casa y lo llevó custodiado por todo el barrio, para intimidar a los vecinos. El PCC realizó la Asamblea bajo custodia, solo durante unos minutos y con sus adeptos.
En 1992, Payá redactó el «Programa Transitorio» que proponía una vía de conjunto para transformar la sociedad cubana pacíficamente. En 1993 comenzó nuevamente a recoger firmas para un referendo sobre el «Programa Transitorio». Los sucesos, que culminaron con el éxodo del verano de 1994, paralizaron este intento.
Rehén en una isla, Oswaldo Payá fue invitado, en varias ocasiones en el transcurso de esos años, a viajar a eventos auspiciados por la Internacional Demócrata Cristiana, y otros foros de Derechos Humanos celebrados en países de Europa, América Latina y América del Norte. Pero el Gobierno no le dejó salir de Cuba.
El Proyecto Varela
En 1997, junto con otros 10 miembros del MCL, recogieron cientos de firmas de apoyo a sus candidaturas para diputados. Fue la primera vez que algunos ciudadanos se presentaban como candidatos con apoyo popular y sin ser del Gobierno. Pero las comisiones electorales no aceptaron las candidaturas.
Payá presentó una demanda a la Asamblea Nacional del Poder Popular demostrando que la ley electoral era anti soberana y anticonstitucional, y reclamó su derogación y cambio por otra ley democrática.
Entre 1996 y 1997 redactó el Proyecto Varela. Durante la visita del Papa a Cuba, en 1998, fue vigilado y custodiado de cerca por la Seguridad del Estado. Ese mismo año, el MCL lanzó públicamente el Proyecto Varela y comenzaron a recoger firmas para un referendo.
En 1999, redactó el manifiesto «Todos Unidos» y lo propuso a la primera asamblea de la oposición, realizada bajo fuerte represión, que resultó en un movimiento de unidad. En marzo de 2001, «Todos Unidos» volvió a lanzar la convocatoria para recoger 10,000 firmas para el referendo sobre el Proyecto Varela.
El 10 de mayo de 2002, representantes de «Todos Unidos», encabezados por Oswaldo Payá, entregaron ante la Asamblea del Poder Popular Nacional 11,020 firmas de electores. Así, el Proyecto Varela se convirtió en un proyecto de ley bajo el amparo de la Constitución cubana vigente en aquel momento.
La respuesta del régimen castrista fue autoconvocar una recogida de firmas para convertir el aspecto «socialista» de la Constitución vigente en intocable. Este supuesto proyecto de ley fue presentado y aprobado en la Asamblea en violación de su propio reglamento, ya que el Proyecto Varela, al haberse presentado antes. tenía que ser considerado primero.
El 5 de julio de 2002, la Asamblea suspendió «indefinidamente» su sesión ordinaria para así evitar discutir el Proyecto Varela.
Reconocimientos internacionales y fallecimiento
Oswaldo Payá recibió un apoyo casi unánime de la comunidad internacional a su gestión, siendo reconocido por varias entidades como un luchador por la democracia y los derechos de los ciudadanos.
El Instituto Nacional Demócrata de Estados Unidos le otorgó en 2002 el premio Averell Harriman en la Organización de Estados Americanos en Washington, D.C., en reconocimiento a su labor con el Proyecto Varela.
En octubre de 2002, el Parlamento Europeo le otorgó el premio Andréi Sájarov a la Libertad de Pensamiento. Además, el presidente checo Václav Havel inició una campaña de apoyo para nominar a Oswaldo Payá al Premio Nobel de la Paz por sus ejecutorias pacíficas hacia la libertad y democracia en Cuba. También fue nominado en 2003, 2008, 2010 y 2011.
En 2012, Oswaldo Payá falleció en un accidente de tráfico en el que también perdió la vida junto al integrante de MCL, Harold Cepero. El suceso ocurrió bajo extrañas circunstancias, alegando, por parte de las autoridades oficiales, que el vehículo circulaba a gran velocidad, se salió de la carretera y chocó contra un árbol. Sin embargo, el Gobierno cubano se negó a investigar y evitó que se esclareciesen los hechos.
El Proyecto Varela recibía su nombre del padre Félix Varela y Morales, gran personalidad de la historia cubana, en especial por su defensa de los derechos del ciudadano y la abolición de la esclavitud.
El Proyecto Varela representaba una alternativa de futuro. Era un proyecto de ley, promovido por ciudadanos desde dentro de Cuba, para que se les diese voz a los ciudadanos y que fuesen los propios cubanos los que decidiesen si realizar o no los cambios que Cuba necesitaba a través de la recogida de firmas.
El proyecto fue concebido en Cuba, por cubanos y para todos los cubanos.
El Proyecto Varela perseguía mejorar el bienestar económico y moral de los cubanos a través del reconocimiento de derechos y libertades que les correspondían y merecían.
Se recogían derechos tanto políticos como económicos, para mejorar la penosa situación de pobreza en la que se encontraban, así como para que Cuba transitase hacia la democracia.
Este proyecto de ley proponía un voto popular acerca de los siguientes aspectos:
- Libertad de expresión y de prensa.
- Libertad de asociación respecto a la diversidad de ideas presentes en la sociedad (no todos pensamos igual y todos tenemos derecho a expresarnos y a crear organizaciones).
- Amnistía para los presos políticos que no hayan atentado contra la vida de otras personas, abriendo más caminos para la reconciliación nacional.
- Libertad económica para dar a los cubanos la posibilidad de prosperar y mejorar su economía a través de la creación de empresas privadas de los cubanos, un privilegio que estaba reservado a los extranjeros. Asimismo, la libertad generaría una economía mucho más eficiente y mayor bienestar para los cubanos.
- Nueva Ley Electoral y Elecciones Libres. Que haya más de un candidato por puesto de diputado y se respete el pluralismo político.
El Proyecto Varela logró reunir las firmas de más de 25.000 cubanos de forma consciente y voluntaria. Estos miles de ciudadanos que vivían en Cuba dejaron atrás su miedo y apoyaron esta propuesta que, pese a ser legal, no fue publicada por el Gobierno.
Gracias a estas firmas, el Proyecto fue presentado a la Asamblea Nacional del Poder Popular el 10 de mayo de 2002 y, de nuevo, el 3 de octubre de 2003. Por eso, además de ser legal, según la Constitución, era un proyecto de ley, al reunir más de 10.000 firmas en dos ocasiones.
Nadie puede explicar por qué los cubanos no pueden tener derechos a crear sus propias empresas y los extranjeros sí, ni a contratarse libremente, ni a asociarse libremente, ni a pensar y expresar sus ideas sin miedo a ser reprimidos y marginados.
La Ley Electoral no permitía a los cubanos elegir a cada uno de sus diputados entre varios candidatos y era una comisión de candidatura la que designaba los 609 candidatos para los 609 puestos de diputados. Así, los electores ni elegían, ni nominaban a sus diputados, violando la Constitución. El Proyecto Varela contenía una ley electoral que garantizaba el derecho constitucional a elecciones verdaderas y libres.
Más logros
El Proyecto Varela también logró el reconocimiento internacional de numerosos dirigentes políticos, sociales y religiosos del mundo, desde parlamentos iberoamericanos hasta la Unión Europea, pasando por presidentes de numerosos países como Vaclav Havel, José María Aznar, Vicente Fox, y muchos otros lideres mundiales. Durante su visita a Cuba, el expresidente de los EEUU, Jimmy Carter, lo nombró y alabó.
Aunque en junio del 2002, mediante una llamada «Modificación Constitucional», se agregaron algunos párrafos a la Constitución, supuestamente para hacerla «irreformable», no se eliminaron los artículos en que se apoya legalmente el Proyecto Varela. Estos son, entre otros, los siguientes artículos: 1, 9, 15, 16, 17, 23, 41, 42, 43, 53, 54, 55, 63, 64, 68, 70, 71, 84, 88 g y del 131 al 136.
El artículo 292 del mismo Código Penal cubano establecía que se cometía un delito cuando se «impida u obstaculice que una persona dirija quejas o peticiones a las autoridades».
Pero lo más importante: el Proyecto Varela consiguió establecerse como la vía de cambios pacíficos que Cuba necesitaba.
El opositor cubano de mayor relieve internacional en aquellos momentos, el ingeniero Oswaldo Payá Sardiñas, líder del Movimiento Cristiano Liberación y principal impulsor del Proyecto Varela, recibió el 17 de diciembre de 2002 el Premio Sárajov a la Libertad de Pensamiento que otorga el Parlamento Europeo.
El Proyecto Varela proponía un referendo político para que los cubanos pudiesen decidir su destino en cuanto a las libertades de expresión y asociación, y el derecho a tener empresas privadas propias.
También pedía la liberación de prisioneros políticos y cambios en la ley electoral cubana que, por aquel entonces y también actualmente, solo admite como legal al Partido Comunista.
Los proponentes del Proyecto Varela presentaron el documento avalado por 11 mil firmas de cubanos, como exige la ley, a la Asamblea Nacional de Cuba, pero el Gobierno de la isla ignoró la petición y puso en vigor un contraproyecto que establecía que el sistema político y económico imperante en la isla era «irrevocable».
Discurso íntegro de Oswaldo Payá
Las siguientes palabras fueron pronunciadas por Payá ante el Parlamento Europeo en ocasión de recibir el Premio Sajarov el 17 de diciembre de 2002 en Estrasburgo, Francia:
“Gracias al señor presidente, Pat Cox, y a este Parlamento en el que están representados muchos pueblos de Europa.
Ustedes han concedido el premio Andrei Sájarov al pueblo de Cuba; digo al pueblo cubano porque es el gran merecedor de este reconocimiento. Lo digo sin excluir a ninguno de mis compatriotas, sea cual sea su posición política, porque los derechos no tienen color político, ni de raza, ni de cultura. Tampoco las dictaduras tienen color político, no son de derecha ni de izquierda, son sólo dictaduras. En mi país hay miles de hombres y mujeres que luchan por los derechos de todos los cubanos en medio de la persecución. Cientos de ellos están presos sólo por proclamar y defender estos derechos, por lo que yo recibo este reconocimiento en su nombre.
Digo que este premio es para todos los cubanos porque entiendo que, con este premio, Europa quiere decirles: «Ustedes también tienen derecho a los derechos».
De esto siempre estuvimos convencidos, pero hubo etapas en las que parecía que esa verdad no era tan evidente para muchos en el mundo.
No vengo aquí a pedir apoyo para la oposición al gobierno cubano, ni a condenar a los que nos persiguen. No es una ayuda para Cuba que algunos en el mundo tomen partido por el gobierno cubano o por los que se le oponen, a partir de posiciones ideológicas. Nosotros queremos que se tome posición a favor del pueblo cubano, con todos los cubanos. Y eso significa apoyar el respeto a todos sus derechos, apoyar la apertura, apoyar la demanda de que se consulte a nuestro pueblo en las urnas sobre los cambios que estamos demandando. Pedimos la solidaridad para que se le dé la voz a nuestro pueblo en las urnas, como lo propone el Proyecto Varela.
Muchos han relacionado este premio con el Proyecto Varela, y tienen razón, porque los miles de cubanos que, en medio de la represión han firmado esa petición de referéndum, están haciendo una contribución decisiva a los cambios que Cuba necesita. Estos cambios significarían participación en la vida económica y cultural, significarían derechos políticos y civiles y reconciliación nacional. Ese sería el verdadero ejercicio de la autodeterminación de nuestro pueblo. Debe terminar el mito de que los cubanos tenemos que vivir sin derechos para sostener la independencia y soberanía de nuestro país.
El padre Félix Varela nos enseñó que la independencia y la soberanía nacional son inseparables del ejercicio de los derechos fundamentales. Los cubanos que viven en Cuba y en la diáspora, como un solo pueblo, tenemos la voluntad y las capacidades para construir una sociedad democrática, justa y libre, sin odios ni revanchas y como lo soñó José Martí: «Con todos y para el bien de todos».
No hemos escogido el camino pacífico como una táctica, sino porque es inseparable de la meta de nuestro pueblo. La experiencia nos dice que la violencia genera más violencia y que cuando los cambios políticos se realizan por esa vía se llega a nuevas formas de opresión e injusticia.
Queremos que nunca más la violencia y la fuerza sean vías para superar crisis o gobiernos injustos. Esta vez realizaremos los cambios mediante este movimiento cívico que ya está abriendo una nueva etapa en la historia de Cuba, en la que prevalecerá el diálogo, la participación democrática y la solidaridad. Así construiremos una paz verdadera.
Los héroes luchadores cívicos cubanos, los ciudadanos que firman el Proyecto Varela, no tienen armas en las manos. No tenemos un brazo armado. Tenemos los dos brazos extendidos, ofreciéndoles las manos a todos los cubanos, como hermanos, y a todos los pueblos del mundo. La primera victoria que podemos proclamar es que no tenemos odio en el corazón. Por eso, decimos a quien nos persigue y a los que tratan de dominarnos: «Tú eres mi hermano, yo no te odio, pero ya no me vas a dominar por el miedo, no quiero imponer mi verdad, ni que me impongas la tuya, vamos juntos a buscar la verdad. Esa es la liberación que estamos proclamando».
Todavía hay quien sostiene el mito de la disyuntiva entre los derechos políticos y civiles, por una parte, y la capacidad de una sociedad para construir la justicia social y lograr el desarrollo, por otra. No son excluyentes. La ausencia de derechos civiles y políticos en Cuba ha tenido graves consecuencias como la desigualdad, la pobreza de la mayoría, los privilegios de una minoría, el deterioro de algunos servicios, aun cuando éstos están concebidos como sistemas humanos y positivos.
De esta manera, aunque muchos cubanos han trabajado durante años con amor y buena fe, hoy existe una grave situación en materia de derechos civiles y políticos, además de una creciente desigualdad y deterioro de la calidad de vida para las mayorías. Inclusive se les atan las manos a los
ciudadanos, neutralizando las inmensas potencialidades de creatividad y laboriosidad de los cubanos. Esa es la principal causa de nuestra pobreza. No se puede justificar esta realidad afirmando que el pueblo cubano escogió libremente este sistema. Ustedes saben que ningún pueblo de los representados en este Parlamento, ni ningún pueblo en el mundo, renunciaría jamás al ejercicio de sus derechos fundamentales. Cada vez se demuestra más que el bienestar y el progreso en materia económica y social son frutos del ejercicio de los derechos. De igual manera, una democracia no es verdadera o no es completa si no es capaz de iniciar y sostener un proceso de elevación de la calidad de vida de todas las personas. Porque tampoco ningún pueblo ejerce su voto libremente para optar por la pobreza y la desigualdad que reduzca a las multitudes a una situación de desventaja y marginación.
Nuestros pueblos latinoamericanos están reclamando la democracia real que es aquélla en la que se puede construir la justicia. Es escandaloso que en nombre de la eficacia se apliquen métodos que pretenden superar crisis y acabar con la pobreza, pero que, en la práctica, amenazan con aniquilar a los pobres.
No pretendo anunciar nuevas posiciones o modelos, pero nuestro pueblo ha vivido y sufrido diversos sistemas políticos y económicos. Hoy sabemos que cualquier método o modelo que, en una supuesta búsqueda de la justicia, el desarrollo o la eficacia, se sitúe por encima de la persona o anule cualquiera de los derechos fundamentales conduce a alguna forma de opresión, a la exclusión, y sumerge a los pueblos en la calamidad.
Queremos expresar desde aquí nuestra solidaridad con todos los que sufren cualquier forma de opresión y de injusticia, con los que están silenciados y marginados en el mundo. La causa de los derechos humanos es una sola, como una sola es la humanidad. Si hoy se habla de globalización, anunciamos y denunciamos que si no se globaliza la solidaridad no sólo peligran los derechos humanos, sino el derecho a seguir siendo humanos. Sin solidaridad humana tampoco conservaremos un mundo limpio donde siga siendo posible la vida para los seres humanos.
Por eso, humildemente creo que más que nuevos modelos, tanto en las sociedades como en las relaciones entre los países, lo que se necesita es un nuevo espíritu. Este nuevo espíritu debe expresarse en la solidaridad, la cooperación y la justicia en las relaciones entre los países y no será un freno al desarrollo. Porque si se subordinan las políticas y los modelos a la realización de la persona, a la construcción de la justicia y la democracia, si se humanizan las políticas, entonces se superarán los abismos que separan a los pueblos y seremos una verdadera familia humana.
Llegue desde Cuba nuestro mensaje de paz y solidaridad a todos los pueblos. Todos los cubanos reciben este premio con dignidad y proclamando nuestra esperanza de reconstruir nuestra sociedad con el amor de todos, como hermanos, como hijos de Dios. Los cubanos somos sencillos y sólo queremos vivir en paz y progresar con nuestro trabajo, pero no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad.
Ante el Señor de la historia, que fue acostado en un humilde pesebre, depositamos este homenaje, y nuestras esperanzas.
Gracias y Feliz Navidad”.
(La Asamblea, de pie, aplaude al orador).