Las Damas de Blanco recibieron el Premio de Derechos Humanos 2006 otorgado por la organización no gubernamental Human Rights First, en Nueva York, ayer lunes 16 de octubre.

Las Damas de Blanco desde marzo de 2003 son las esposas, madres, hijas, hermanas y tías de los 75 prisioneros de conciencia secuestrados por el Gobierno de Cuba durante la Primavera Negra, cuando pretendió impedir sus esfuerzos pacíficos por alcanzar un porvenir de justicia social y democracia en Cuba. Pero ellas se convirtieron en sus voces.

En el decursar de estos tres años y siete meses han debido enfrentar el hostigamiento y la represión de la Seguridad del Estado o Policía Política y sus informantes. Como el régimen totalitario no ha podido detener el ímpetu de estas mujeres, ha recurrido a la vigilancia permanente para impedirles salir de sus hogares, bajándolas de ómnibus o autos, y retirándoles el carné de identidad, a fin de frustrar sus encuentros en La Habana. No obstante, la comunicación entre ellas y sus reuniones perduran para apoyarse en las muy difíciles situaciones que deben afrontar.

No basta a los gobernantes las arbitrariedades cometidas contra los 75 y las arduas condiciones de reclusión aún de 60 de ellos, muchos con serias enfermedades muy mal atendidas, y algunos con visitas cada cuatro o cinco meses; la posibilidad de retornar a prisión de 12 con licencia extrapenal por motivos de salud; y la tortura psicológica a la que están sometidos ellos y sus pequeños hijos o padres ancianos. Toda la familia debe padecer por persistir en su posición inflexible e inclaudicable, convencida de que la razón está de su lado.

Una representación de las Damas de Blanco fue invitada a asistir a la ceremonia de premiación, pero una forma más de violación de los derechos humanos en Cuba es la necesidad de contar con autorización del Gobierno para viajar al extranjero.

El reconocimiento de esta ONG a las Damas de Blanco permite atraer nuevamente la atención de la comunidad internacional sobre el irrespeto de las libertades fundamentales en la mayor de Las Antillas, la necesidad de que se ponga en libertad inmediata e incondicional a los prisioneros de conciencia, así como a los más de 300 reos políticos pacíficos.

Autor: Miriam Leiva (Carta al Director, El País 17-10-2006)