La nueva libreta de racionamiento que entró en vigor el primero de enero llegó con menos páginas. De 36 bajó a 20. Pero no sabemos si el enflaquecimiento de la casi cincuentenaria cartilla es el resultado de una enfermedad incurable, y la delgadez se corresponde con el próximo anuncio de su muerte.

El nuevo documento se redujo a la mitad en cuanto a las páginas dedicadas al control mensual de los productos. Es decir, antes se dedicaba una página a cada mes, y ahora se incluyen dos meses en igual espacio. Dicho de otro modo, antes enero y febrero estaban en páginas independientes, y ahora se encuentran en una sola.

El espacio dedicado a dietas médicas se racionaliza en un 50 por ciento. Antes había cuatro páginas, y ahora dos. Esto implica omitir los datos personales de los beneficiarios de las dietas, lo cual limita el control directo por parte de los bodegueros, tipos avispados a los que no se les va una, y lo que no ven se lo imaginan. Ellos tienen un conocimiento del barrio no superado ni por los comités de defensa.

La antigua libreta era alardosa, chillona, con mucho ruido y poco movimiento, como su progenitor, el estado socialista. Con una cantidad exagerada de espacios y casillas, ya que para controlar una librita, o a lo sumo dos de papas mensualmente, son innecesarios diez rectangulillos. Así pues, para un poco de arroz y azúcar, un puñado de sal y frijoles, el buche de aceite que se vende y una «ñinga» de café quincenal, no hacen falta tantas hojas. Yo me atrevería a decir que con un pedazo de cartulina se resolvería el problema con el consiguiente ahorro de papel y tinta. Y de divisas.

De todos modos, lo que tenga que ver con la libreta de racionamiento es de suma importancia para los cubanos. Porque, si bien es cierto que es poco lo que ofrece, a precios subsidiados, con un poco de invento por aquí y otro por allá, los estómagos se desperezan y se calman los chillidos de las tripas, siempre empecinadas en cantar imprudentes canciones cuando se está en presencia de algún desconocido, con el cual no tenemos suficiente confianza.

Ojalá y la libreta dure tanto como la causa que le dio origen, porque, como están las cosas, y sin libreta, entonces sí que ¡le zumba el mango!

Autor: Oscar Mario González (Publicado en Cubanet)
Lugar: La Habana