Para los cubanos «cambio» es mucho más que una simple palabra. Unos la ven como algo necesario en todos los ámbitos de la sociedad, para otros es un ensueño; hay quienes no pueden oírla mencionar, lo cual debe ser por miedo a perder sus privilegios o a tener que responder por los abusos y atropellos que han cometido; y los más escépticos dicen que tardará mucho tiempo.

El diccionario de la Lengua Española nos ilustra la palabra cambio, como: acción y efecto de cambiar; dinero de vuelta; valor relativo de la moneda de diferentes países; cambio de velocidades, etc…

Conversando en un parque holguinero, donde siempre suele hablarse de política y economía, alguien preguntaba: “¿Qué sucederá cuando llegue el cambio a nuestro país? ¿Vendrán los antiguos dueños que un día emigraron a reclamar y a desalojar a las personas?” Esas y otras interrogantes se hacen a diario cientos de personas dentro de la población, quizás por las campañas de terror que ha llevado a cabo el régimen castrista, y sin embargo, para nosotros los optimistas, el cambio ya se está realizando, lo vemos a diario.

Es verdad que cuando en nuestro país se llegue al clímax de acción y efecto tendremos que darle un vuelco total a todo y a todos empezando por la Constitución. A lo largo de tantos años de represión, actos de repudio, separaciones de familias y carencias de todo lo básico, un alto por ciento de la población ha tenido que vivir en la doble moral, simulando en sus vidas y robando en sus centros de trabajo para sobrevivir.

Se han convertido en simuladores y el sistema les ha engendrado el odio y la maldad, por eso tenemos el deber de separar todas estas cosas de nuestras mentes y aunque pienso que hay que indemnizarle a quienes le arrebataron sus bienes, será difícil devolverle algo pues la llamada Revolución ha destruido todo: centrales azucareros, fábricas, industrias, bares, cafeterías, etc…

A través de esta etapa comunista, vivir en Cuba se ha hecho insoportable. Las personas no tienen incentivo de vida, nuestro futuro es incierto. En casi todos los núcleos familiares hay alguien que ha estado preso, porque aquí todo es delito.

Es necesario el cambio para ser dueños de nuestras vidas, para decidir lo que es correcto e incorrecto de acuerdo a nuestra manera de pensar sin que nadie nos lo imponga; poder disfrutar de nuestras playas, hoteles y centros turísticos sin tener que ser extranjeros.

El título del poema “Tengo”, de Nicolás Guillén, tendría que cambiarlo por “No Tengo”, y, sin ofender su memoria, la estrofa final “Tengo lo que tenía que tener”, creo que podría quedar de esta forma: “De tanto que tengo, no tengo nada. Lo que tenía que tener lo tendríamos si esto cambiara”.

Con este análisis, espero sea hora de que todos los cubanos, viviendo tanto dentro como afuera de Cuba, nos unamos de verdad, para en una acción urgente poder cambiar y tener el efecto que todos hace años esperamos.

Autor: Juan Carlos Reyes Ocaña (opositor pacífico y periodista de Holguín)