Al parecer, todo eso es basurita, porque también –se asegura oficialmente- si los Estados Unidos mantienen el embargo comercial no es posible eliminar la libreta de racionamiento, ni terminar una carretera, ni tener transporte público, ni construir las viviendas necesarias, ni siquiera (y eso se aseguró hace unos días en un reportaje de la televisión nacional) estudiar el comportamiento de las aves migratorias.

Todo eso es inaudito, porque sitúa a Estados Unidos como el Supremo Hacedor, y al mismo tiempo niega algo que para todas las naciones es muy importante: el capital humano.

El pasado 28 de octubre la Asamblea General de Naciones Unidas votó a favor de que Estados Unidos ponga fin al embargo contra Cuba. Los medios en la Isla presentaron ese hecho como una rotunda victoria del régimen. De los matices de esa votación ni siquiera sugirieron su existencia.

La comunidad internacional, en su momento, sometió a Sudáfrica a un fuerte y decidido embargo, porque en ese país el apartheid racial era aplicado de forma férrea. En Cuba hay apartheid político. El Partido Comunista, en el poder desde hace casi medio siglo, es el único que de forma legal puede existir. Hay apartheid turístico; los hoteles y los más importantes centros de recreación están prohibidos para los cubanos. Y existe también el apartheid en la salud pública. Hay muchos centros asistenciales exclusivos para extranjeros.

Ese mismo régimen ha condenado a muerte a miles de oponentes políticos. Miles también han muerto en las aguas que rodean la Isla tratando de escapar del orden vigente en Cuba. Otras decenas de miles de opositores han cumplido largas condenas de cárcel. En estos momentos los opositores presos se calculan en 250, y más de setenta de ellos han sido declarados prisioneros de conciencia por Amnistía Internacional. Se aplica el terrorismo de estado a través de los actos de repudio.

Cerca del 20 por ciento de la población cubana ha emigrado, y esto a pesar de las dificultades implementadas por el estado que asume como suya la propiedad de los ciudadanos hasta el punto de arrogarse el derecho de otorgar o negar la posibilidad de salir del país a cualquier persona. El uno por ciento de la población se encuentra en las cárceles, la inmensa mayoría son jóvenes.

No creo que pueda haber existido algún momento en que el régimen surafricano del apartheid racial haya sido peor que el régimen comunista de La Habana. Parece que la diferencia ha sido geográfica y política. Sudáfrica está en el continente negro y tenía una configuración racista de derecha. Cuba está al lado de Estados Unidos y profesa la izquierda ortodoxa, y esto, entre otras cosas, quiere decir imagen de vitrina hacia el exterior y represión desembozada y con antifaz al mismo tiempo en el plano interno.

La historia bíblica de David nada tiene que ver con Cuba. David era un bello mozalbete apoyado por Dios, y el régimen cubano tienes las entrañas muy feas, y ni siquiera cree en Dios.

Es bueno percatarse de eso, porque así es posible observar que el victimario del pueblo cubano no está fuera de la Isla.

Autor: José Antonio Fornaris (publicado en Cubanet)