En días pasados, el órgano Oficial del Partido Comunista de Cuba, publicó el artículo “Dracula, las maletas y cierta prensa’. El mismo refiere, y cito: ‘La autodenominada Federación Latinoamericana de Mujeres Rurales, que nada tiene que ver con los cientos de miles de mujeres del campo cubano a quienes la revolución arrancó de la miseria, el desalojo, los maltratos y abusos de la Guardia Rural, la insalubridad y la ignorancia y convirtió en seres humanos dignos para sí y su familia.”

Al parecer Antonio Morales, autor de este artículo, desconoce que miles de mujeres campesinas en los primeros años de la revolución fueron arrancadas de su tierra natal, condenadas al destierro en su propio país. Son campesinas que nunca regresaron a sus tierras pues fueron marginadas a vivir en lo que hoy se conoce como los pueblos cautivos.

Hoy no existe la Guardia Rural, pero existe un sistema de represión y vigilancia, lo cual ha convertido a la mujer campesina en víctima de disímiles abusos por parte de la policía política y sus órganos represores. Y si bien es cierto que no existe la palabra desalojo, existe la llamada extracción, operación por la cual las autoridades pueden hacerte salir de un inmueble por las buenas o por las malas. La revolución cubana vendió a estas campesinas el sueño incierto de la revolución energética sin la posibilidad de escoger.

Las mujeres de FLAMUR en Cuba no encierran ningún misterio. Frecuentemente se escucha que detrás de un gran hombre hay una gran mujer. Aquí más bien sería detrás de cada una de las mujeres hay una gran verdad que las impulsa a exigir sus derechos dignamente sin bajar la cabeza.

La mujer cubana todo lo ha dado por Cuba y continúa en la primera fila, periodistas, bibliotecarias, activistas, en general agrupa la Federación Latinoamericana de Mujeres Rurales (FLAMUR) en Cuba y no precisamente llevan en la mano una maleta. Tienen un sueño de libertad, como antes lo tuvieron las mambisas, las guerrilleras y eso las hace grandes; ya son parte de una historia que no podrá ser cambiada, aunque ellas sean el blanco perfecto para tapar verdades publicadas por cierta prensa.

Autor: Belinda Salas