¿Cambios en Cuba?
Después de varias décadas de inmovilismo, el país se encuentra ante la nueva situación político-social que implica la transferencia «temporal» del poder que a mediados de 2006 hizo Fidel Castro a su hermano Raúl.
La transferencia se produjo en momentos en que la situación económico-social del país se tornaba crítica, y al ciudadano se le hacía difícil resolver el desayuno, el almuerzo y la cena.
Aunque la crisis actual no es un fenómeno nuevo, ahora se presenta bajo el inquietante signo de interrogación que deberán despejar los nuevos rostros y las nuevas voces que en los distintos niveles de poder han emergido tras la transferencia del poder. En este sentido, el discurso pronunciado por el general Raúl Castro el pasado 26 de julio da mucho que pensar, y creo que el mismo puede llegar a constituir el límite que marque la diferencia entre dos épocas.
En las reuniones organizadas por la dirección política del país se está pidiendo a los asistentes que opinen libremente sobre los aspectos tratados en dicho discurso. Los planteamientos que hasta el momento se han realizado se pueden enmarcar entre los muy complacientes hasta los muy críticos, pasando, naturalmente, por los muy prudentes.
Aunque una situación semejante tuvo su antecedente en el año 1994, durante los meses previos al V Congreso del Partido Comunista, las expectativas entonces creadas se diluyeron en la nada. La situación no es la misma, ni parecida, porque en aquellos instantes Fidel Castro se encontraba en plenitud de facultades y ahora existe un gobierno colegiado del cual puede preverse que no es monolítico. ¿Hasta dónde esta nueva administración estará dispuesta a escuchar?
No creo que al general Raúl Castro se le pueda considerar un “aperturista”, por el contrario, su trayectoria desde 1959 justifica presumir que su gestión de gobierno estará dirigida a garantizar la permanencia en el poder de la élite que él mismo encabeza, empleando todos los medios a su alcance para que se produzca una sucesión segura.
Por otra parte, más del 50% de nuestra población nació después de 1959 y fue educada por este régimen y acepta como un hecho consumado que debe existir un patriarca todo poderoso, omnímodo y omnipresente. El control absoluto de la información mantiene al ciudadano común en la ignorancia, no sólo respecto al mundo exterior, sino con relación a lo que ocurre en el país.
La economía es la base sobre la cual se sustentan las instituciones de cualquier sociedad estable y progresista. Cuba no es ni puede ser una excepción. ¿Hasta dónde la nueva dirección del país estará dispuesta a aceptar esta realidad?.
Autor: Dolia Leal (publicado en Cubaencuentro)