El debate del presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba, Ricardo Alarcón, deja una vez más de manifiesto el conflicto generacional y el posicionamiento de los viejos dirigentes cubanos frente al cambio. Lo que pedían y decían los estudiantes no es nada del otro mundo, es algo normal, lógico y sensato en cualquier país civilizado.

Desde mi punto de vista los chicos fueron extremadamente respetuoso con su interlocutor, eso sí las preguntas fueron contundentes de acuerdo a la situación que vive la isla. La prensa no ha manipulado nada, todo lo que se ha dicho está en relación con lo expresado por los estudiantes y el presidente Alarcón, que por cierto se vió metido en un lío y se inventó una respuesta salomónica que lo deja un poco en ridículo. Ridículo por qué, pues quizás sea cierto todo lo que dijo, pero han pasado 49 años en los que el pueblo cubano, según nos cuenta la prensa y los políticos del país, goza de libertad y bienestar, con sus «carencias», desde luego a consecuencia del «terrible bloqueo norteamericano», pero eso no es motivo suficiente para que los cubanos decidan ir donde a ellos les parezca, con el dinero que ganan con el sudor de sus frentes, ya sea vendiendo ajos, como dice Eliecer Ávila, cortando caña, fregando platos o impartiendo clases en unas de las tantas prestigiosas universidades existente en el país.

La respuesta del Alarcón es ingenua, y a su vez manipuladora, de niño de primer grado, cosa extraña, verdad por Alarcón es un hombre bregado en los foros internacionales donde se cuece la alta política, pero aquí se impone la ley dialéctica de la negación de la negaciones; Alarcón lo sabe y quizás por eso le fallaron los cálculos, porque seguramente no se espera esa pregunta, así, casi a quema ropa.

Por otro lado, yo no le doy la menor importancia al asunto, pues parece y esto de cierto modo viene a confirmarlo, que los cambios en la isla están todavía muy lejos.

No entiendo tampoco por qué ahora Eliecer, echa para atrás, sus razones ha de tener para decir ahora lo que dice. Sus preguntas eran correctas y respetuosas y es cierto, con ellas ayuda a mejorar el socialismo, que en Cuba y eso lo saben los gobernantes del pueblo cubano, necesita un baño de sensatez, de humildad y menos caciquismos.

Yo, como cubano, que deseo lo mejor para mi país y para mi, querría que los actuales dirigentes se pusieran a pensar en serio en cómo mejorar las relaciones entres los nacionales de adentro y afuera de la isla, que se dejaran de tanto patriotismo y pensaran un poco más en la patria y en los ciudadanos que la habitan. Que haya un encuentro sin condiciones entre los de afuera y los de adentro, un encuentro para charlar, respetuosamente entre cubanos, sin la intervención ni la intermediación de ningún país, potencia, organización o institución ajeno al suelo cubano, porque como decía José Martí, «la patria es de todos» y, entre todos, debemos sacarla hacia adelante.

Dejemos atrás los miedos, los temores, las rencillas, los marchistas, los posicionamientos y el falso patriotismo, que eso no nos lleva a ninguna parte, sólo a este desencuentro que venimos padeciendo hace más de 4 décadas.

Los cubanos y Cuba como nación tenemos derecho a un cambio, a una vida mejor, a un entendimiento democrático y civilizado. Cuántos talentos se están desperdiciando en la isla. Cuántos fuera de ella, deambulando en la amargura del desarraigo y todas las enfermedades que produce el exilio y el destierro. Cuba es una nación civilizada, formada por una población joven y capaz con deseos de salir hacia adelante y esa población y esa juventud llena de energía y espíritu en libertad, en paz y en democracia qué no será capaz de hacer.

Los dirigentes cubanos debían pensar en eso, y recordar que cuando se le cierra la puerta a la verdad, la mentira ttambién se queda adentro.

El día que cada ciudadano sea capaz de ejercer el sufragio universal libre y abiertamente al partido con el cual simpatice, ningún imperio podrá señalar a sus dirigentes de extremistas, dictadores o totalitarios y si lo hacen, son ellos y no el país donde se efectúe ese ejercicio el que está incumpliendo las normas de la democracia.

Los cubanos no son niños y saben lo que quieren. Han hecho y vivido la historia de su pueblo, dejemos pues, que construyan su futuro en paz, libertad y democracia, no porque nadie nos lo diga, sino porque nosotros somo capaces de crear una nación grande, «donde la ley primera sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre», como quería Martí.

Yo no quiero que nadie vaya a hacer el cambio a Cuba, yo quiero que lo hagamos los cubanos; un cambio para la paz, la estabilidad, la coexistencia pacífica, para el bienestar, para la democracia, un cambio para que, todos unidos como hermanos, en nuestras diferencia y distintos modos de pensar nos respetemos y seamos capaces de comprender, que la revolución verdadera consiste en revolucionarios, aprendiendo a pensar y comprendiendo las diferencias, sin que esto se tome como una agrupación de ninguna de las parte. Si nos unimos seremos más fuertes. Cuando las urnas hablen y no los hombres, entonces veremos qué candidato a gobernar es más fuerte. Los pueblos esclavos sólo producen miseria. Los pueblos libres son el crisol donde progresa la paz, la libertad y la democracia. En el trabajo está la base de toda la riqueza del mundo. No tema usted señor Ricardo Alarcón que los cielos se colapsen de aviones repletos de turistas hacia la felicidad, témale o enfrentes cuando sean para la guerra. No dude en apoyar a esos jóvenes deseosos de alcanzar nuevos horizontes y olvide o déjelo para contárselo a sus nietos, el drama que usted vivió en otros tiempos, pero no le imponga ese mismo drama a estos jóvenes del siglo XXI.

Yo me ofrezco en prenda para el abrazo de todos los cubanos, en una patria, de hermos, con todos y por el bien de todos.

Autor: Ogsmande Lescayllers (publicado en Xornal)