No pasa un solo día sin que la televisión emita nuevas imágenes de la dureza con que la policía china reprime a los pacíficos monjes tibetanos. Pero mientras la mayor parte del mundo se echa las manos a la cabeza ante la brutalidad del gobierno chino, presidido por Hu Jintao, su homólogo cubano, el general Raúl Castro ha emitido un comunicado de solidaridad entre dictadores, donde expresa su firme oposición “a cualquier intento de inmiscuirse en los asuntos internos de China y de atentar contra su soberanía territorial”.

Los eventos comenzaron en Lasha, la capital tibetana, el pasado 14 de marzo con una manifestación de monjes que reclamaban respeto por las tradiciones culturales y una mayor autonomía. La represión fue inmediata. Los manifestantes fueron detenidos y los periodistas extranjeros expulsados.

En La Habana, los cubanos tuvieron que esperar hasta el 22 de marzo para enterarse de lo ocurrido. Ese día el periódico Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba -el único legal en la isla-, publicó la versión oficial ofrecida desde Pekín. En un comunicado las autoridades chinas contabilizaban en 19 la cifra de personas fallecidas, a la vez que aseguraban que la situación ya estaba bajo control. Pero una semana después, la situación no ha mejorado. Los opositores tibetanos cifran ya en más de 130 el número de fallecidos.

Mientras el presidente francés Nicolás Sarkozy apunta incluso la posibilidad de un boicot a la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos en Pekín, el gobierno de Cuba emitió el pasado 23 de marzo una declaración oficial donde se refirió a la “aviesa campaña mediática” para minar la confianza internacional en la capacidad del gobierno chino para organizar los Juegos. A ello se suman ahora, añade el comunicado, “los recientes acontecimientos de corte separatista acaecidos en el Tíbet, que ocasionaron víctimas fatales e incalculables pérdidas materiales”.

Para el gobierno cubano, “resulta evidente que estos disturbios han sido fraguados y promovidos desde el exterior. Para Cuba, es revelador el papel desempeñado por la denominada Radio Asia Libre, principal portavoz de la actual campaña mediática contra China, cuyos patrocinadores son los mismos que defienden a quienes atizan el separatismo en el territorio chino”.

Lógica de dictadores. Quid pro quo. Hoy por ti y mañana por mí. La postura castrista respecto a este asunto muestra una vez más el verdadero carácter del régimen. Por algo Castro apoyó la invasión soviética de Checoslovaquia en 1968 y la de Afganistán en 1979. Por algo apoyó en Ginebra ante la ONU a los dictadores argentinos de la junta militar para frenar las indagaciones acerca de violaciones de los derechos humanos en Argentina. Por algo sintonizaba con Franco, a pesar de las diferencias ideológicas.

Los cubanos y los chinos -no sólo los tibetanos- sufren dos regímenes políticos dictatoriales.

En los viejos templos de Lasha rezan también por la libertad de Cuba. Y por la calles de La Habana, junto a las Damas de Blanco, caminan todos los domingos los monjes tibetanos, caminan los anhelos de libertad y justicia de todo el planeta, camina la humanidad civilizada.

Autor: Ricardo Carreras Lario