El general Raúl Castro está de estreno. Su flamante gobierno ha puesto en escena su primera obra de intrigas políticas contra sus opositores. El argumento central cuenta con los consabidos ingredientes que animan toda pieza dramática: conspiraciones secretas, revelaciones, incógnitas aparentes y rejuegos diplomáticos.

La nueva serie televisiva comenzó la pasada semana y su proyección estelar corre a cargo de los sedosos conductores de la Mesa Redonda de la Televisión Cubana. Por supuesto que la prensa escrita y radial del régimen se encarga de su promoción.

Además, todo el aparato ideológico del Partido Comunista cubano y los servicios de inteligencia y desinformación del Ministerio del Interior, se han empeñado en ocuparse de los más mínimos detalles.

En el reparto de la obra aparecen varias figuras de la oposición interna –algunas de ellas protagonizando papeles estelares-, y diplomáticos estadounidenses, incluido el jefe de la Sección de Intereses de Estados Unidos en Cuba.

Para el elemento conspirativo se ha escogido al exilio cubano en Miami: “la mafia terrorista”, como lo califica la propaganda oficial.

La trama central de la obra consiste en demostrar al público, los vínculos que unen a cada uno de los actores del reparto; todos ellos girando en torno a mezquinos intereses particulares que muy poco tienen que ver con los ideales de democracia y libertad que caracterizan a una oposición que aspira a desmontar una carcomida dictadura de medio siglo.

La secuencia televisiva mantiene el hilo del “suspense” y el suspenso atrae a un público que, dicho sea de paso, no dispone de programas de entretenimientos más amenos.

Por supuesto que la curiosidad, las hipótesis y las especulaciones que surgen en el imaginario popular, sobre el desenlace final de la obra, son también factores que contribuyen al éxito propagandístico de la primera puesta en escena del culebrón, del general Raúl.

El Delfín, convertido ahora en ballenato podría decir, casi con orgullo: “de mi hermano lo aprendí”.

Debo reconocer que los elementos del guión atrapan a la audiencia, a pesar de que esta nueva versión novelesca tiene sus antecedentes. Sería injusto ignorar que los escritores del guión están haciendo un buen trabajo.

De cualquier forma vale apuntar que no todo es fruto de su esfuerzo intelectual. Creo que algunos de los actores estelares del reparto le han facilitado el trabajo.

No hay que tener una imaginación muy fecunda para elaborar un buen libreto, cuando algunos de los protagonistas dejan su huella registrada en los caracteres digitales de sus correos electrónicos de manera inocente, ingenua y explícita; lo mismo que en conversaciones telefónicas un tanto absurdas dentro del contexto represivo que se vive en Cuba.

No es difícil escoger las mejores imágenes y poses ideales para ser filmados por los audaces muchachos “de la técnica” del Ministerio del Interior.

Es casi como si lo mejor de la trama, el meollo de su contenido, lo tuviera servido en bandeja de plata los guionistas.

Ya se que los opositores internos en Cuba se definen por su carácter pacífico y la naturaleza abierta y no clandestina de su quehacer político. Sin embargo no puedo dejar de recordar, cuando pienso en ello, aquella advertencia de Jesús a sus discípulos que aparece en los Evangelios: “Sean sencillos como palomas y prudentes como serpientes”.

Es una buena advertencia para quienes quieren transformar, con lo mejor de su esfuerzo y voluntad, una dictadura en una democracia.

Autor: Pablo Alfonso (publicado en Cubanet)