A un amigo del cuñado de mi prima le comentó su suegra que había oído decir en la esquina que antes de que finalice el año 2008 realizarán un nuevo cambio de moneda en Cuba. La bola está corriendo. Y como la clásica pelota de nieve, mientras más rueda, más se abulta y mayor peso cobra.

Con una vasta experiencia en el bateo y hasta en el lanzamiento de bolas, el régimen ha demostrado siempre estar al tanto de todas las que se elevan entre nosotros.

El hecho de que la bola resulte frenada en seco sin que llegue a alcanzar altura, o que de lo contrario pique y se extienda, o sea, que no se apuren para atraparla, bien porque la dejan correr previendo el espectáculo de su captura, o porque le dan largo para estudiar la reacción popular, o porque la incluyen en sus planes, o porque deciden estimularla con astutas sutilezas, no depende necesariamente del contenido de la bola en sí, o al menos no tanto como de las circunstancias en que ha sido echada al aire.

Hace unos días las autoridades del comercio estatal mostraron prisa por desmentir públicamente otra bola según la cual estaban aumentando hasta el delirio -para nuestra situación- los precios de los productos en las “shopping”.

Sin embargo, la bola sobre un inminente cambio de moneda continúa rodando sin desmentidos oficiales, por lo menos hasta la fecha en que fueron redactas estas líneas. Y eso que ahora es más rotunda que en ocasiones anteriores, pues no se refiere a la posible rebaja del valor del CUC sino a su eliminación.

Existe incluso una propuesta –aunque apenas se conoce dentro de la Isla, pues fue lanzada por una organización independiente- que le está sugiriendo al régimen mecanismos para introducir de inmediato el uso de una sola moneda en nuestros predios.

Es una propuesta interesante y al parecer muy bien pensada en sus aspectos técnicos. Pero quizá continúe arrastrando el pecado original de este problema, que es la precipitación y el golpe de efecto, mientras no se le otorga la debida importancia al hecho de que ya instaurado el uso de la doble moneda como uno de los disparates más irracionales y fatídicos de nuestra historia moderna, no es posible hacer borrón y cuenta nueva sin antes darle un vuelco de consideración a su base: la crisis económica que asfixia al país.

Por lo demás, sobraría añadir que ningún otro momento resulta menos propicio que el actual para implementar medidas que tan inequívocamente exigen, por lo mínimo, tibios resultados en el crecimiento productivo, un discreto ascenso (real, no de estadística-ficción) en los indicadores económicos y una cierta estabilidad en los flujos del mercado interno.

No obstante, la bola pica y se extiende, sin que aparezca el guante que la detenga. Así que habrá que ponerle flores silvestres a Santa Bárbara -ya que otras no hay, ni velas, ni manzanas-, en los tres meses que restan del año 2008.

Autor: José Hugo Fernández (publicado en Cubanet)