Estos días invaden las páginas de los periódicos noticias sobre las relaciones entre la UE, el gobierno español y el castrista. Hay quien se pregunta si habrá valido la pena levantar las llamadas “sanciones” al gobierno cubano, recibir con sonrisas en salones democráticos al representante de esa dictadura, o donar al régimen castrista más de 24 millones de euros de ayuda incondicional. Mientras tanto, el preso de conciencia Ariel Sigler Amaya, hijo de la heroica Dama de Blanco Gloria Amaya –madre de otros dos presos de conciencia-, se encuentra ingresado desde hace un mes, en silla de ruedas, afectado por una polineuropatía. Ariel padece además de mala absorción gastrointestinal, cálculos en la vesícula y riñón izquierdo, y gastritis crónica. Cuando fue encarcelado el 18 de marzo de 2003 era un hombre completamente sano. Ha enfermado durante -y debido a- su injusto encarcelamiento. Es también el caso de Nelson Aguiar, Normando Hernández, Librado Linares, y otros presos de conciencia que han visto su salud carcomida y se siguen pudriendo en las mazmorras castristas, donde además de sufrir un injusto encierro, son hostigados, comen alimentos en mal estado, duermen sobre colchones húmedos y tienen restringidas las visitas familiares. Nuestra obligación, y la de nuestro gobierno español, es exigir la liberación incondicional de estos presos de conciencia. No como un favor, sino porque son inocentes y están secuestrados. Y mientras tanto, solidarizarnos con ellos y sus familiares, moral y materialmente. Ojalá una parte de la ayuda oficial –que sale del bolsillo de todos los españoles- les llegue. Lo dudo mucho, dado que el gobierno castrista bloquea incluso donaciones privadas realizadas a algunas Damas de Blanco por sus padrinos españoles. Los ciudadanos tenemos el compromiso inquebrantable de ayudarles.

Ricardo Carreras Lario. Presidente de la ONG Solidaridad Española con Cuba.