El pasado 15 de febrero conocimos la triste noticia de la muerte del sacerdote español Eduardo de la Fuente Serrano. Fue asesinado en Cuba, donde se le encontró en la cuneta de una carretera, a veinte kilómetros de La Habana, con signos de estrangulamiento y varias puñaladas. Un hombre que, según sus conocidos, tanto en Cuba como España, se dedicó a los más pobres y a los jóvenes. Estas cortas líneas son para expresar la indignación ante un Gobierno que no responde y condena de manera contundente este tipo de hechos, porque, más allá de la religión, se trata del asesinato de un ser humano. Casos como éste y más graves suceden en la isla a diario sin que los familiares obtengan respuestas, detalles de las investigaciones o culpables de los crímenes.

Hoy salta a la luz pública el caso de Eduardo de la Fuente, que por su impacto mediático nos refleja la cruel realidad que viven los cubanos ante una dictadura que en vez de ocuparse de perseguir a aquellos que están detrás de la violencia y el delito se encarga de dar caza a quienes luchan por los derechos fundamentales de la persona, a los que luchan por la dignidad. Más de mil personas asistieron el pasado domingo 22 de febrero a Guadalix de la Sierra, en Madrid, a despedir a De la Fuente.
Desde estas líneas envío mis condolencias a sus familiares. Paz a sus restos.

Autor: Félix Urosa