La Nacion
Hay cielo nublado en esta paradisíaca isla, pero en el Caribe los nubarrones no siempre significan tormenta.

De hecho, la muy esperada Cumbre de las Américas empieza hoy aquí con prometedores vientos de cambio de la mano del hombre que inspiró nueva confianza en la política hemisférica, el presidente Barack Obama, que deliberará con otros 33 jefes de Estado de la región sobre una serie de temas, entre los que Cuba y la crisis financiera parecen excluyentes.

En una actitud sin precedente, el mandatario norteamericano declaró ayer que espera ‘un gesto’ de La Habana para encarar un acercamiento bilateral con Cuba, a la que Washington le impone un embargo desde hace cinco décadas.

En aparente respuesta, unas horas después el presidente de Cuba, Raúl Castro, dijo que estaba dispuesto a discutir con Obama sobre todos los temas, incluidos ‘los derechos humanos, libertad de prensa y presos políticos’ (ver Pág. 3).

Las tensiones en torno a Cuba se multiplicaban ayer como los nubarrones en el cielo de esta isla, orgullosa de albergar, por primera vez en la historia del Caribe, la principal cita regional.

Al caer la tarde, el venezolano Hugo Chávez se mostró decidido a hacer naufragar el encuentro, al considerar insuficiente la apertura que Obama promete para Cuba. El brasileño Luiz Inacio Lula da Silva piensa lo mismo, pero su posición es otra: según trascendió, no desea hacer naufragar nada.

Desde la llegada de Obama al poder, la Casa Blanca empezó una apertura hacia Cuba que se concretó esta semana con una grieta en el embargo, al permitir más viajes y envíos de dinero a la isla.

‘Es algo importante. Lo que esperamos ahora es un gesto recíproco de La Habana’, declaró la secretaria de Estado, Hillary Clinton, en sintonía con Obama. Hacía mucho que no se veía algo así en la política exterior de Estados Unidos.

Pero, pese a su contundencia, no fue el único dato para la región que ayer produjo el gobierno demócrata. Así, mientras Cuba crece como detonante, Obama hizo público su diagnóstico sobre el nuevo escenario geopolítico en la región, cuando reconoció como referente hemisférico a Lula da Silva, con quien ayer dialogó unos 15 minutos por teléfono para intercambiar ideas sobre la cumbre (ver aparte).

El enojo y la amenaza de tormenta está donde siempre: en el venezolano Hugo Chávez. Ayer, con el respaldo del boliviano Evo Morales, anunció que vetará lo que decida la cumbre y, de paso, afirmó que en Cuba hay ‘más democracia’ que en Estados Unidos (ver Pág. 3).

El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, adelantó, en tanto, que la cuestión del embargo a La Habana no estará presente en la declaración final de la cumbre.

De modo que la gran cita hemisférica parece abrirse con posiciones extremas. De un lado, Obama prometiendo ‘cambios’ y dando señales de apertura, sobre todo hacia Cuba.

Del otro, Chávez anticipa que votará en contra y que ‘otros países’ lo acompañarán. Anoche no era patente cuáles ni tampoco si eso podría incluir a la Argentina. Ni hasta qué punto la declaración de Raúl Castro significa un cambio de postura.

Por las dudas. Obama quiso dejar en claro de qué lado estaban las responsabilidades, en caso de que el nuevo tono que propone en la región naufrague en estos días decisivos que se abren hoy. ‘Es una ironía [el hecho de que mientras Estados Unidos está levantando las restricciones a los viajes, todavía haya] muchos cubanos que no puedan salir de Cuba’, dijo.

La toma final de posiciones previa a la gran cita de hoy había comenzado con una larga declaración televisiva de Obama, en la que explicó con detalle su posición sobre Cuba.

‘He sido muy claro. Dije que deberíamos levantar las restricciones a los viajes y al envío de remesas. Y lo estamos haciendo. Pero Cuba debe dar algunos pasos, enviar algunas señales sobre derechos humanos, sobre derechos políticos, sobre la posibilidad de que los cubanos viajen’, indicó Obama.

Hacía cinco décadas que no se veía algo así en la cuestionada política de aislamiento y embargo que Washington viene aplicando a la castigada isla caribeña; una política sobre la que, paradójicamente, hay suficiente consenso en Washington para tildarla de ineficaz. Pero otra cosa es que alguien se anime a dar el paso para cambiarla. Y Obama parece estar dispuesto.

Pero en caso de que las cosas no prosperen como es el deseo mayoritario en la región, quiere dejar en claro dónde está la responsabilidad. Y fue entonces cuando explicó que espera señales desde La Habana para seguir avanzando.

En cuanto a la afirmación de Fidel Castro de que Cuba no está dispuesta a mendigar, Obama indicó: ‘Nadie está pidiéndole a nadie que mendigue. Lo que estamos buscando son algunas señales respecto a que va a haber cambios en Cuba’.

Se refería, básicamente, a la liberación de presos políticos y a la libertad de expresión.

La V Cumbre de las Américas coincide con el aniversario de uno de los peores fracasos de política exterior de Estados Unidos: la invasión de la cubana Bahía de Cochinos. Fue en abril de 1961. Fidel Castro aplastó la invasión de exiliados cubanos, apoyada por la CIA, con lo que se consolidó de hecho el régimen comunista que hoy perdura en medio de crecientes señales de hastío de la población.

La cumbre da hoy a Obama la oportunidad de reparar la maltratada imagen de los Estados Unidos en América latina y evitar la virulenta crítica a las políticas de Washington que marcaron las reuniones continentales en el pasado reciente.

Entre ellas, la realizada hace cuatro años en Mar del Plata, cuando el ex presidente George Bush fue insultado por manifestaciones populares alentadas por Chávez.

Aquí, en este pequeño y próspero país, convertido en fortaleza para esta reunión, está todo listo para empezar, y la cumbre promete ser movidita. La agenda oficial está centrada teóricamente en las formas de garantizar la prosperidad, la seguridad energética y la democracia para los 800 millones de personas que representan. Pero Cuba se está llevando todos los números.

Enlaces: Solidaridad Española con Cuba

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Autor: Silvia Pisani-La Nacion