De nuevo a un relevante político se niega la entrada a Cuba por pretender reunirse con todos los sectores de la sociedad durante una visita. En este caso la prohibición fue al diputado Markus Meckel, miembro socialista del Bundestag –parlamento alemán-, quien desde una posición digna manifestó a las autoridades cubanas su interés por entrevistarse con representantes de la oposición democrática.

Esa inamistosa conducta de las autoridades cubanas se ha convertido en práctica que, en otras oportunidades, ha imposibilitado viajes de personalidades europeas quienes no han permitido el chantaje. La mayoría de los cubanos no estamos en contra de las conversaciones de visitantes de alto nivel con el gobierno. Estamos de acuerdo con el incremento de las relaciones comerciales, culturales, deportivas y otras. Sin embargo, resulta inaceptable el condicionamiento del totalitarismo cubano a los contactos de los visitantes con la sociedad civil.

Plegarse a esa política discriminatoria y antidemocrática constituye aceptar el juego para aislar a los demócratas cubanos. Por ello, lamentamos no poder recibir al Sr. Meckel, pero lo felicitamos de corazón por su digna posición, renuente a aceptar ese chantaje.

Desafortunadamente, no siempre los políticos europeos actúan como lo hiciera el diputado alemán. Coincidiendo con la negativa a darle entrada a Cuba, visitó el Sr. Josep Lluís Carod Rovira, vicepresidente de la Generalitat de Cataluña, y como el Canciller Moratinos, Chávez, José Blanco, Touriño y otros altos funcionarios del actual gobierno español en los últimos años, ni siquiera se interesó por la situación de los presos de conciencia y políticos pacíficos, ignorando totalmente a las personas que luchan hoy por la democracia y el respeto de los derechos humanos. No prestó atención a la petición formulada por políticos e intelectuales catalanes, instándolo a aprovechar la estancia para abogar por la liberación de esos prisioneros.

Como se conoce, la Unión Europea ha acordado que los altos dignatarios durante sus visitas se encuentren con miembros de la sociedad civil, lo que ha sido ignorado reiteradamente por dirigentes del gobierno de España. Ante estas evidencias, se destacan las diferencias entre la actitud honorable del diputado socialista Meckel y la de aquellos supuestos socialistas que obnubilados por un mezquino interés económico han convertido el oportunismo en una costumbre.
Autor: Oscar Espinosa Chepe y Miriam Leiva