Intereconomía
El periodista y disidente cubano, Iván Hernández, fue condenado en el año 2003 a 25 años de cárcel después de la Primavera Negra. Lo consideraban “mercenario de Estados Unidos”. Desde el sábado, escucha el cacareo de los gallos de su corral mientras se dedica a dos de sus grandes pasiones: la literatura y el periodismo. “Continuaré redactando mis crónicas, escribiendo poemas… Informaré, como ya hice desde la prisión, de la verdadera situación de la oposición en Cuba”, relató ayer a LA GACETA.

Su voz firme dista mucho de tener miedo a la represión. Siete años y 11 meses de cárcel no han hecho más que curtir a este oriundo de Matanzas (al oeste de la isla) que quiere continuar viviendo en su país para luchar “por la democracia y las libertades”.

El viernes ponía fin a casi ocho años de prisión, “agradeciendo la importante labor de la Iglesia católica, de las consecuencias que tuvo la muerte de Orlando Zapata y de la constante entrega de Guillermo Fariñas y de las Damas de Blanco”.

Hernández no se plantea el destierro. “Respeto la decisión de aquellos que, al ser liberados, decidieron poner rumbo a España con sus familias. Pero, por otra parte, es algo bochornoso y lamentable. Me niego a exiliarme. La lucha contra los Castro tiene que ser desde dentro de la isla”. Es su particular forma de atajar el problema que vive el país desde 1959. “Los disidentes que se marcharon sabían el riesgo que corrían quedándose aquí, porque podemos regresar a prisión en cualquier momento. Y la situación en la cárcel es muy dura”. Así, sin titubeos.

“El Gobierno cubano no ha transigido. Sabe cómo reprimir a la gente”. En los últimos días se han sucedido palizas, arrestos o actos de repudio. Una actitud despreciable que no ha cambiado en estos años. “Las excarcelaciones no representan absolutamente nada. No son un paso hacia adelante. Son reformas, pero no cambios”.

Aunque es de los que piensan que la política del régimen cubano está denostada desde hace mucho tiempo, “no creo que haya atisbos de renovación en nuestro país”, dijo. “Son pasos necesarios para llegar a la creación de un Estado democrático, pero aún queda mucho”. Hernández despejaba así la rumorología que planea sobre una revolución a lo tunecino o egipcio para lograr cambios significativos. “Nosotros –los disidentes– optamos por futuros cambios, pero siempre desde un punto de vista pacífico”.

Represión en la calle
Durante la conversación también tuvo palabras para la Unión Europea, a la que recordó que “debería enfrentarse a esta situación lo antes posible, puesto que la represión no sólo atañe a la disidencia, sino a todo el pueblo cubano”.

Un silencio largo fue necesario para recordar que la represión en la calle aumenta a diario. “Es muy triste que alguien camine por la calle, lo retengan o, en su defecto, lo detengan y le decomisen todo lo que pueda llevar en las bolsas. Muchas veces, la gente lleva productos de primera necesidad”.

Queda claro que el Gobierno de Raúl Castro tiene un marcado propósito de aplastar cualquier tipo de inconformidad, tanto económica como política, de cualquier cubano de a pie. “Todavía quedan seis compañeros en la cárcel”, recordaba.

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Autor: Intereconomía