«La liberación de los presos políticos cubanos es un acto de justicia impostergable»
La frase del titular es del disidente cubano Oswaldo Payá Sardiñas. Por teléfono, Payá denunció ayer, en una conferencia de prensa en Madrid, el encarcelamiento de 283 presos políticos, de los cuales 78 por motivos de conciencia. Y habló también de la necesidad de incrementar el «activismo cívico» y de que se «institucionalice el derecho».
Su compañero Elizardo Sánchez Santacruz, igualmente desde Cuba, insistió en que en 2006 había seguido empeorando la situación de los derechos humanos en su país. El «potencial emigratorio» era muy alto. La pobreza, «aplastante».
La «desesperanza», lo habitual. Elizardo Sánchez añadió: «Ya es hora de dar una oportunidad al pueblo de Cuba; ellos han tenido todo el tiempo del mundo», pero sólo han logrado «un genocidio político, económico, social y cultural».
La cita en Madrid había sido convocada por la Asociación Iberoamericana por la Libertad (AIL) y por la Asociación Española Cuba en Transición (AECT), para hacer balance de los derechos humanos en Cuba en 2006. Rafael Rubio, presidente de AECT, y Natalia Bellusova, directora de AIL, recordaron que la Isla seguía sin libertad de opinión, ni de expresión, ni de manifestación, ni de movimientos…, a pesar de la enfermedad de Castro.
La unidad de la oposición
Bellusova afirmó que la oposición busca la unidad para la época de transición política que se avecina. Dijo, al presentar el estudio «Pasos a la libertad», que el número total de «acciones cívicas» había crecido de 44 en 1997, a 3.322 en 2005.
Como botón de muestra, relató el caso de la detención de un disidente en la localidad de Madruga, en noviembre de 2006. El arresto fue impedido porque los vecinos del lugar acudieron en su ayuda e interpusieron una «barrera humana»: niños, mujeres, etc., lo que imposibilitó a los agentes de Interior el acceso a su vivienda. Tuvieron que ir a detenerlo otro día. Está en la cárcel.
El primero en intervenir ayer en el acto de Madrid fue el columnista cubano Carlos Alberto Montaner, colaborador de ABC. Para él, no cabe duda de que su nación no se convertirá, cuando muera Fidel Castro, «en una Corea del Norte», sino que seguirá los pasos de Hungría, Polonia, Checoslovaquia… «Miren lo que pasó con Stalin -dijo también-. Murió en 1953 y lo enterraron como a un dios», y 3 años después era oficialmente el demonio.
Montaner vaticinó que lo mismo pasará con Fidel y que ni siquiera el régimen era partidario del «proteccionismo chavista». A lo que ya se sabe de la enfermedad de Castro, agregó que tiene «dificultades comunicativas y afectivas». Ahora «llora con mucha frecuencia».
Autor: José Grau (ABC)
Lugar: Madrid