Después de una salida de Cuba «angustiosa» por temor a que el régimen de Fidel Castro diera marcha atrás en el último momento, el opositor cubano llegó ayer a Madrid con su esposa para recibir tratamiento médico gracias a las gestiones del Gobierno español. A pesar de la euforia por el viaje, Héctor Palacios, de 66 años, no ocultaba ayer en una entrevista con ABC su «tristeza» por la «deuda moral que tengo con mi país, los problemas que dejó allá son tan grandes, entre ellos los presos que siguen en la cárcel, que no me dejan sentirme feliz totalmente».

El disidente cubano recibió el pasado marzo una «invitación verbal» de la Embajada de España en La Habana para ser tratado de «los males que le causó la prisión», explicaba anteanoche a este periódico su esposa, Gisela Delgado, poco antes de emprender el viaje. La cofundadora de las Damas de Blanco, esposas y madres de prisioneros de conciencia, relata que pidieron a los diplomáticos españoles que realizaran las gestiones para que pudieran salir de Cuba «y nos enteramos de que habían fructificado cuando las autoridades de inmigración nos avisaron hace pocos días para ir a recoger los pasaportes». Excarcelado bajo licencia extrapenal por razones de salud el pasado diciembre, Palacios resume sus dolencias en «problemas circulatorios profundos, respiratorios agudos y cardiovasculares irreversibles, además de isquemias transitorias». Después de describir su estancia en prisión como una experiencia «terrible, humillante y odiosa», señala con humor que a la dictadura «le debo 21 de los 25 años de cárcel a los que fui condenado» después de su detención en la «primavera negra» de 2003.

Debilidad del régimen
El dirigente de la Unidad Liberal de la República de Cuba y de la plataforma ilegal Todos Unidos sostiene que su salida «temporal» de la isla para recibir tratamiento médico coincide con un momento de debilidad del régimen, que «busca mejorar su imagen ante el mundo». Su máximo líder convalece desde hace quince meses de una grave enfermedad y no hay visos de que vaya a volver al poder. «El palo mayor del barco es Fidel Castro y está lleno de comején (termitas). Con su muerte, morirán todos los que están en el poder». Palacios asegura que en la isla hay «un vacío de poder tremendo; Raúl Castro no está gobernando y el país es un desastre política, económica y socialmente». En las calles «la gente dice la palabra cambio con una facilidad tremenda, quiere cambio». Pero el sociólogo cubano no cree que se produzca hasta la muerte del dictador.

Manipulador
Después de agradecer las gestiones al Ejecutivo español, Palacios le reclama que «éste el momento de que se ponga duro y las cartas sobre la mesa» ante las autoridades cubanas. «Si el Gobierno español quiere resolver el problema de los derechos humanos en Cuba con un diálogo sincero, tiene que apretarse bien el cinturón porque el régimen es un violador por excelencia de los derechos humanos; si no, está expuesto a que lo manipule una vez más». El disidente recuerda que de los 250 presos políticos, más de una treintena tienen problemas graves de salud. «Los que mueren o pueden morir si no salen de prisión son muchos más que los que el Gobierno cubano brinda al español como manjar», remata el disidente.
Autor: Carmen Muñoz (ABC)