AFP
A 50 años de una revolución que proclamó la ‘igualdad’ en Cuba, manifestaciones de racismo no institucional preocupan a académicos y estudiosos que piden un debate abierto y acciones inmediatas para evitar que alcance proporciones mayores.

‘Hay que debatir públicamente el tema, alertar, enseñarles a los racistas conscientes e inconscientes la capacidad que tenemos de reeducarlos o aplastarlos, y utilizar esa capacidad o de lo contrario el racismo vuelve’, dijo a la AFP Esteban Morales, un académico socialista.

El problema fue abordado recientemente en paneles de las revistas Espacio Laical y Temas, donde especialistas coincidieron en que al triunfar la revolución de Fidel Castro en 1959 eliminó el racismo institucional con acciones y leyes sobre igualdad de oportunidades para los cubanos, pero -señalan- sin tener en cuenta la diversidad.

En 1962 el Gobierno dio por resuelto el asunto y la isla se concentró en priorizar la unidad nacional frente a su conflicto con Estados Unidos. No obstante, las expresiones de racismo se mantuvieron latentes durante 30 años en la sociedad cubana y en los años 90, con la crisis económica, salieron a flote.

‘Fue un error de idealismo y voluntarismo’ y luego se creó ‘un ambiente de represión moral y política’ sobre el tratamiento del tema, y ‘aún es posible encontrar dificultades para hacerlo’, sostiene Morales, autor de un libro y varios artículos sobre el racismo en Cuba.

En el debate de la revista Espacio Laical, el politólogo Jesús Guanche opinó que ‘se hicieron esfuerzos y se cometieron errores’ y que ‘lo peor fue darlo por resuelto en poco tiempo’.

El racismo en Cuba, explican los especialistas, se originó cuando fueron llevados cientos de miles de africanos como esclavos, entre los siglos XVII y XIX, y tiene su combustible en la desigualdad económica y cultural.

‘Sin estar en nada, la policía me para en la calle, me pide el carnet de identidad y me pregunta cosas. Sin embargo, a los blancos que sí andan en cosas no los paran’, dijo a la AFP Yovany Hernández, un albañil negro de 38 años.

Los trabajos mejor remunerados como el turismo son reservados a blancos y la emigración, mayoritariamente blanca, le envía remesas a sus familiares en la isla, lo que acentúa la diferencia económica.

‘El racismo en Cuba no se ha acabado nunca, está solapado y es fuerte. Lo siento a diario, siempre me lo recuerdan. Por ejemplo, a mí me gusta vestirme bien y hay gente que dice: ¿y este negro que se cree?’, dice un empleado de un restaurante, que prefirió el anonimato.

En la televisión, se queja, la mayoría de las caras son blancas, y las parejas entre negros y blancos no soy muy bien vistas. Existe toda una gama de definiciones raciales, como prietos (negros) o jabaos (mulatos de ojos claros), y el cabello ‘bueno’ es el liso y el ‘malo’ el rizado.

Según el último censo (2002), de los 11,2 millones de cubanos el 65% son blancos, el 25% mulatos y el 10% negros. Pero los expertos advierten que esos datos corresponden a lo que declararon los censados y estiman que la población no blanca es mayor.

En el Parlamento hay 64% blancos, 19% negros y 17% mulatos. De los 27 miembros del Consejo de Estado, 11 son negros o mulatos; de los 23 del Buró Político del Partido Comunista, cinco son negros o mulatos; y los 28 ministros casi todos son blancos.

Un sondeo revelado por el politólogo Rafael Hernández indica que el 45% de los consultados dijo haber sido discriminado alguna vez y el 40% señala haber discriminado. El 82,5% admitió que ‘es muy común’ que una persona sea discriminada y discrimine a su vez.

Los académicos destacan que para crear conciencia del problema, educar y propiciar oportunidades en favor de quienes sufren discriminación es urgente una discusión amplia y abierta, aprovechando el clima de debates sobre asuntos que antes se silenciaban al que convocó el presidente Raúl Castro.

Enlaces: Solidaridad Española con Cuba

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Autor: AFP