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No será una tarea fácil, pero lo sabían de antemano. «Nosotros no podíamos progresar más en Cuba», es una de las afirmaciones que más repiten los deportistas cubanos Georvis Elías Sayus, Grismay Paumier, Taylor García y Geofry Silvestre desde que llegaron a España y, hace diez días, decidieron abandonar la expedición caribeña tras la gira por Canarias.

Una vez formalizado el trámite para solicitar el asilo político, ABC contactó con ellos para desgranar esta historia que ha conmovido a una sociedad isleña por tradición cercana a Cuba. Después de jugar el encuentro el viernes 14 ante la selección española en Las Palmas (94-57) y de desquitarse -en lo deportivo- frente a un combinado de Gran Canaria (65-76), el lunes se supo que varios jugadores no habían acudido al punto de embarque en el aeropuerto grancanario para volver a La Habana. En pocas horas ya se conocían los nombres, ya que su intención era seguir adelante y sobrevivir fuera del hermetismo del régimen cubano.

«Nosotros lo teníamos claro desde que tomamos el avión en nuestro país», reconoce Sayus, uno de los veteranos del grupo. «Junto con Geofry lo habíamos planeado», agregó, ante la ausencia de su compañero en la entrevista, que declinó aparecer ante la cámara temiendo represalias con su familia e hijos.

«Era nuestro deseo seguir haciendo lo que nos gusta. No queremos polemizar con cuestiones políticas, pero no aguantábamos más en Cuba, allí no podíamos desarrollarnos en nuestro trabajo, que es el baloncesto», sentencia Taylor García, un base que dejó buen recuerdo en esta gira.

Grismay es el más tímido del grupo. Desde su entorno le habían contado muchas cosas de España y lo tenía claro. Sólo era cuestión de buscar el momento propicio: «Yo ya conocía el país por otras dos ocasiones que viajamos con el equipo. Estuvimos en Bilbao y Madrid y nos encantó».

Tras los últimos episodios sufridos por el deporte cubano en el apartado de las deserciones, las autoridades multiplicaron las medidas de seguridad en esta gira. Hasta estuvo a punto de suspenderse en los días previos. Tal era la psicosis instalada en La Habana.

Incluso el régimen decidió apartar al equipo nacional del premundial, una postura que no sentó muy bien a los jugadores. «Nos dieron un sinfín de excusas», explica Sayus. «Que si no había opciones, que el equipo no tenía nivel… El caso es que nos dolió mucho, pero nos centró más en nuestra idea».

Ahora, instalados provisionalmente en Vecindario, tratan de concienciar a la gente de su problemática, mientras la comunidad cubana, muy arraigada en este enclave del sureste de Gran Canaria, los arropa en la incertidumbre del día a día. «No le queremos quitar el trabajo ni la comida a nadie. Sólo nos interesa dar a conocer nuestra situación y ganarnos la vida haciendo lo que sabemos hacer: jugar al baloncesto», insiste García con mirada decidida.

Con el cartel de desertores impuesto por el gobierno centroamericano, este póker de jugadores no podría volver a su país, ante una nueva situación que les podía acarrear hasta siete años de cárcel.

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Autor: ABC.es