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Granma anunció hace unos días que para fines de 2011 los cubanos podremos vender y comprar viviendas. A pesar de la ansiedad provocada por la noticia —ya que según se anuncia se flexibilizarán los trámites relacionados con la trasmisión y legalización de inmuebles—, algunos guardan sus recelos.

Según el diario, ‘el pago del precio acordado entre las partes se efectuará a través de una agencia bancaria’.

‘Eso no me gusta, ya me extrañaba a mí que la pusieran tan fácil’, dice Manolo en la cola del pan, donde comenta la noticia.

El hombre, de unos 40 años, reparador de fosforeras, tiene recelos respecto a la exigencia de abrir una cuenta monetaria al menos para el comprador. ‘Lo que más me preocupa es tener que justificar el dinero’, comenta.

El gobierno solo reconoce como lícitos los ingresos provenientes del trabajo, las remesas y las herencias. ‘¿Cómo demuestro yo el dinero que mi hermano me manda a través de mulas o de una de esas agencias privadas que no están reconocidas por el gobierno? ¿Y si acierto un parle [combinación de numero en la Bolita o Lotería)]?’, pregunta el cuentapropista.

Y en efecto, para quien no pueda acreditar la licitud de sus entradas de dinero, existe el riesgo de ser procesado administrativamente por enriquecimiento indebido. En tales casos, el Estado presume que los ingresos son producto del robo, el desvió de recursos estatales o las actividades en el mercado negro.

En ese caso, se confiscan viviendas, autos, cuentas bancarias, etc., adquiridas en un período de tiempo que puede ser anterior al momento en que se verificó el aumento patrimonial, del que supuestamente se enriqueció tanto el individuo como los familiares allegados que no puedan justificar la procedencia licita de sus bienes.

Por otra parte, los impuestos están también en la lista de preocupaciones de quienes están obligados a crear una cuenta bancaria para comprar una vivienda. El vendedor debe pagar impuestos por ingresos personales, mientras el comprador ha de hacerlo por trasmisión de bienes.

Y las tasas impositivas inquietan. En el mercado negro, la propiedad inmobiliaria se cotiza en pesos convertibles. El precio de una habitación de mampostería, con cocina y baño, ubicada en la periferia, puede rondar entre cinco mil y seis mil pesos en moneda libremente convertible; llevado a la moneda nacional, con la que se calcula los impuestos, serían entre 125 mil y 150 mil pesos cubanos.

Los más inquietos analizan la situación comparándola con los impuestos del trabajo por cuenta propia. ‘Si a quien con el sudor de su trabajo hace más de 50 mil pesos le exigen el 50% por ingresos personales, ¿te imaginas por vender una casa?’, comenta el dependiente de una cafetería particular.

El trámite, sin dudas, evitará la evasión fiscal, pero no la defraudación en las declaraciones juradas. Al parecer, la flexibilización de las regulaciones burocráticas en la trasmisión de viviendas no eliminará la repetición ‘de las manifestaciones de ilegalidades y corrupción’, tal y como aseguró Granma y espera el gobierno.

Enlaces: Las Damas de Blanco

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Autor: Laritza Diversent-DDCuba