Daniel Lozano – El Mundo

La revolución cubana cosechó el domingo el peor resultado «electoral» de su historia, pese a que se trataba de unas votaciones municipales teledirigidas desde el poder, con solo candidatos militantes o en la órbita del Partido Comunista de Cuba (PCC) y sin observación independiente de ningún tipo. Solo acudieron a las urnas el 68,58% del padrón electoral, lo que supone una abstención histórica del 31,42%.

Muy lejano queda el 97% de apoyos que obtenían en tiempos de Fidel Castro. Desde las últimas municipales de 2017, el castrismo ha perdido más del 20% de los apoyos, ya que entonces acudió a las urnas el 89% de los votantes. Incluso el resultado final es peor ahora que hace casi dos meses, cuando el Gobierno llevó a referéndum la aprobación del Código de Familias, con una abstención oficial del 25,88%.

El próximo domingo se celebrará la segunda vuelta solo para 950 de las 11.500 circunscripciones, ya que los aspirantes no alcanzaron la cantidad necesaria de votos.

La mayor parte de la disidencia apostó por la abstención, mientras que el Consejo para la Transición Democrática en Cuba intentó introducir siete candidatos en las listas y finalmente solo consiguió hacerlo con uno entre los más de 26.000 que presentaba el Gobierno.

El voto nulo o la papeleta en blanco eran las otras opciones para los discrepantes, sobre todo para quienes sufren el hostigamiento directo de la revolución y se ven en la obligación de acudir a las urnas. Entre los casi seis millones de votantes, el 5,22% depositó papeletas blancas y el 5,67%, nulas.

«El proceso electoral ratifica que Cuba mantiene la estabilidad política y social independientemente de la batalla de asfixia económica que nos están tratando de implantar para que la población, por el descontento, la desesperanza y el agobio, vaya al anhelado estallido social que quiere el Gobierno imperial contra Cuba», pontificó Miguel Díaz-Canel tras depositar su voto. El presidente cubano llegó justo a tiempo de su gira internacional, que le llevó a abrazarse al presidente ruso, Vladimir Putin; a inaugurar una estatua de Fidel en Moscú y a obtener del Gobierno chino una donación de 100 millones de dólares.

El proceso «electoral» se vivió de nuevo a espaldas del pueblo cubano, con el PCC imponiendo a sus delegados municipales, que tampoco es que luego cuenten con mayor capacidad para actuar. El sistema no permite las campañas electorales y el grado de conocimiento de los candidatos es ínfimo. Más del 50% resultaron reelegidos.

La terrible crisis eléctrica persiguió a los cubanos durante el sábado y el domingo, cuando se registraron apagones en una tercera parte del país. A ello se suma la crisis económica, estructural y sempiterna, además de la inflación galopante. Y todo ello cuando todavía prosiguen los juicios contra quienes se manifestaron durante el 11J del año pasado, la mayor rebelión social en más de seis décadas de dictadura.

«Sabemos que inflan los resultados, pero incluso así sus propias cifras demuestran que cada día pierden más y más terreno«, aseveró el dramaturgo Yunior García Aguilera.

Johanna Cilano, profesora e investigadora de la Red de Politólogos, destacó para El mundo la tendencia que se observa desde 2015, con bajada sostenida del apoyo a la revolución en las urnas, y la «expresión de descontento, desconexión, castigo ante la crisis recurrente y múltiple. La sociedad está más politizada y activada tras el ciclo de protestas y represión en los últimos tres años».